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latigazos. Más perseverante fue el ya nombrado don
Alfonso Cristofanini, que demostraba buena
voluntad, pero tenía miedo a los muchachos 1.
Durante la semana se preparaban para la primera
comunión los más mayores, que necesitaban ser
instruidos aparte. El Arzobispo, informado del
creciente trabajo, se puso a buscar un lugar más a
propósito para el Oratorio y con capacidad para
escuelas.
La ayuda, invocada y atendida de un domingo a
otro, llegó a mediados de agosto. Ya con cierto
orden en todo, el Director, en presencia de los
padres, realizó solemnemente la aceptación formal
de los oratorianos, que, en aquella primera
ocasión, fueron noventa. Al sexto domingo todo
funcionaba cumplidamente. Escribió entonces don
Juan Marenco a don Bosco 2: <>-íVerdaderamente los Salesianos tienen otro
método!
>>Desearían que los muchachos estuviesen
durante el recreo como estatuas de mármol sin
correr, ni gritar, ni divertirse. Nosotros, de
acuerdo con nuestras enseñanzas, deseamos lo
contrario.>> Desde el principio hubo que evitar
bonitamente otra dificultad. Los párrocos temieron
que los Salesianos fueran a trastornar la vida
parroquial; pero don Juan Marenco les dio, en
presencia del Arzobispo, una conferencia que los
apaciguó. Hasta los religiosos antiguos tenían sus
temores. Un día fue invitada la comunidad a comer
con los franciscanos, ((**It13.684**)) los
cuales, juntamente con sus novicios, los
agasajaron mucho. Pero un padre anciano estaba
allí silencioso y triste. Preguntando si le
desagradaba la fiesta, respondió moviendo la
cabeza:
-Ah, no. Pero pienso que estos jóvenes
salesianos, tan llenos de vida, están destinados
por la Providencia para suplantarnos y ocupar
nuestros puestos.
Indudablemente don Bosco señalaba con su propio
ejemplo el camino de la salvación para quien no
quisiera ser tenido al margen de la vida en el
campo del apostolado. Por eso, su cautela para
esquivar los escollos de la política. Deseaba el
Arzobispo que don Juan Marenco aceptase el
nombramiento de Consiliario del Círculo de la
Juventud Católica de Lucca.
->>Tengo que aceptar?, escribió éste a don
Bosco 3.
1 Carta de don Juan Marenco a don Bosco, 22 de
julio de 1878.
2 Carta del 27 de agosto de 1878.
3 Carta, 4 de noviembre de 1878.
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