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((**Es13.58**) A más de esto el director don José Scappini cayó enfermo con fiebres palúdicas, caso relativamente frecuente en los forasteros que iban a vivir en Roma, antes de que las aguas del Tíber estuviesen canalizadas, y hacía unas semanas que había marchado al Piamonte para respirar los aires de la tierra natal. En consecuencia pedía también el Cardenal a don Bosco que enviara pronto al que destinase para substituirlo 1. En cuanto le fue posible, el Siervo de Dios contestó remachando el concepto que había informado su plan desde el principio de las negociaciones y al que no encontraba ninguna razón para renunciar. Eminencia Reverendísima: Convencido de que V. E. se dignará conceder benévolo perdón a mi retraso, cumplo mi deber de contestar a sus veneradas cartas sobre los hermanos Hospitalarios de la Inmaculada, comúnmente llamados Conceptinos. Para mejor expresar mi pensamiento creo oportuno considerar las cosas desde su principio. Era en noviembre del año pasado, 1876, cuando el Padre Santo se dignaba llamarme por medio del eminentísimo cardenal Bilio. Fui a Roma y Su Santidad me habló ((**It13.58**)) de la reorganización, que deseaba dar a los Conceptinos. De muy buen grado acepté la propuesta; pero, a fin de que su voluntad fuese fielmente cumplida, le supliqué tuviese a bien dármela por escrito, y esto se hizo con el Rescripto del 15 de noviembre del mismo año. Me dediqué a hacer los estudios oportunos y, de acuerdo con el mencionado Rescripto, pude presentar a Su Santidad, después de mes y medio, las bases sobre las que me parecía se podía fundar la proyectada reorganización. Todo agradó a Su Santidad, y Su Excelencia monseñor Fiorani me notificaba que todo marchaba bien, y que ya no se necesitaba más que una breve conversación para empezar definitivamente la obra, y que, al ir a Roma, llevara conmigo por lo menos un sacerdote, que se encargase enseguida de la dirección de los conceptinos. Pero comenzóse entonces a hablar de modificaciones y dejar poco más o menos las cosas como se encontraban antes. Entoncés quise hablar con el Padre Santo, quien verbalmente confirmó cuanto se contenía en el mencionado Rescripto. No pude tener el honor de saludar después a Su Santidad, y hube de exponer siempre las cosas por medio de monseñor Fiorani, el cual siguió pensando que era mejor designar al que esto escribe como Visitador Apostólico de lo espiritual y a dicho Monseñor de lo material. Parecíame difícil que los dos jefes de una misma familia pudiesen tener un mando uniforme que agradara a todos. Pero, habiéndome dicho que ésta era la voluntad del Padre Santo, yo me callé y acepté la prueba, en la que, sin embargo, desde el principio preveía muchas dificultades, como ya he tenido el honor de exponer en el memorial presentado al Padre Santo, que supongo habrá llegado a manos de V. E. Rvma. Ruégole advierta que no presenté ese memorial a escondidas, sino únicamente porque no pude hablar personalmente con el Padre Santo. Ahora bien, considerado el estado de los conceptinos, como Visitador Apostólico, no sabría proponer más que lo que he señalado en el memorial mencionado. Por lo tanto, la medida segura, estable, definitiva, a mi entender, es la que estableció desde 1 Véase Apéndice, doc. 7, cartas A y B.(**Es13.58**))
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