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monseñor Eugenio Nannini, decano en la Colegiata
de San Miguel, se las había arreglado, con
diversos argumentos y plegarias, para inducir a
don Bosco a enviar Salesianos para dirigir el
seminario <>; en el 1876 un sacerdote joven, don
Alfonso Cristofanini, en nombre de personas
acomodadas, habló de un internado con escuelas y
talleres. El Beato, que, en el primer momento, no
solía decir que no, pidió explicaciones por una y
otra parte, pero luego todo aquello quedó en
silencio. Por último, en 1877, apareció de nuevo
una de aquellas proposiciones que más halagaban a
don Bosco: la de abrir un oratorio festivo. Por la
correspondencia anterior, el Arzobispo, monseñor
Nicolás Ghilardi, había entendido que don Bosco
deseaba también trabajar en favor de la juventud
en Lucca, por lo cual hizo que don Antonio
Menesini le escribiera, diciéndole que trataría
gustosamente con él aquel tema. En el entretanto,
pasaron por Lucca don Julio Barberis y don José
Lazzero, camino de Roma, y encargados por don
Bosco de ver, oír y contar y asegurando a Su
Excelencia las buenas disposiciones del Beato.
Esto animó a Monseñor, el cual se puso en relación
directa con el Siervo de Dios, indicándole que, al
menos para empezar, contaba con los medios.
Entonces don Bosco le respondió:
Excelentísimo Señor:
He recibido con sentimiento de sincera gratitud
la muy apreciada carta de V. E. Rvma. en la que me
comunica que la Providencia ((**It13.678**)) ya ha
preparado los medios con que empezar una casa para
los pobres aprendices de esa ciudad, siendo
precisamente ésta la finalidad de nuestra
Congregación.
Por tanto, con el gran deseo de dedicar
nuestras escasas fuerzas al bien de los pobres
muchachos de Lucca, procuraré preparar el personal
necesario lo antes posible.
Los muchos colegios, a los que debo dotar del
personal necesario para el próximo octubre, no me
permiten enviarle los sacerdotes que V. E. desea
para el próximo noviembre; pero, en ese mes,
espero ir yo mismo, o enviar a uno de mis
sacerdotes, a visitar el lugar que parezca más
oportuno y concertar con V. E. lo que fuere
necesario para tan importantísima finalidad.
Toda la Congregación Salesiana se une a mí para
agradecerle de corazón el haber pensado en
nosotros tan generosa y benévolamente.
Rogamos, mientras tanto, al Señor para que le
conserve, e imploramos su santa bendición,
mientras, en nombre de todos, me profeso con la
más distinguida estima y veneración.
De V. E. Rvma.
Atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
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