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primero de marzo. Entonces comenzó el Obispo a
repicar las campanas contra los protestantes,
publicando severas disposiciones contra los padres
que mandaban los hijos a sus escuelas. Viose
inmediatamente el efecto: los muchachos dejaban en
masa aquellas escuelas y corrían hacia las de los
Salesianos. Las funciones del mes de María
hicieron el resto, atrayendo no sólo a los niños,
sino también a las personas mayores.
Cuando todo iba viento en popa, he aquí que se
estuvo a punto de tener que cerrar las escuelas.
Nadie había pedido autorización del Jefe
provincial de estudios para abrirlas, ni se había
pensado en tener preparados los títulos legales.
Imaginaba el Director que en Turín lo hubieran
previsto todo, cuando en realidad desde allí no se
había hecho nada. He aquí, pues, que a mediados de
mayo entró en casa el Inspector escolástico, el
cual, al comprobar que allí había tres clases
elementales, excesivamente cargadas de alumnos,
dirigió al Director una dura reprimenda por la
abusiva apertura, amenazando con cerrarlas, si en
el espacio de ocho días, no ponía todo en regla.
((**It13.674**)) El
Director escribió, telegrafió, corrió a Turín:
viaje precipitado que lamenta él todavía por la
<> que don
Miguel Rúa le dirigió. Obtuvo dos patentes, que
fueron suficiente para detener los rayos de la
inspección.
Faltaban los enseres escolares y escaseaban los
muebles. Don Bosco, que supo en donde se
amontonaba mucho material útil, dirigió, mientras
estaba en Roma, esta súplica al Ministro de
Marina.
Excelencia:
Entre las ciudades de Italia, donde abundan los
muchachos abandonados, está ciertamente La Spezia.
Casi todos sus habitantes trabajan en el Arsenal y
no pueden atenderlos; y, mientras el número de sus
habitantes creció de cinco a veintisiete mil, el
poco tiempo no permitió proveer de centros
educativos, que son de absoluta necesidad. Por
este motivo algunos muchachos eran enviados al
hospicio de Turín, llamado de San Francisco de
Sales, y al de San Vicente en Sampierdarena, junto
a Génova.
Mas, con el fin de resolver esa creciente
necesidad, de una forma normal y más
proporcionada, se abrió un centro para estos
jóvenes, con la finalidad de proporcionarles una
educación que sirve para hacerles ciudadanos,
aptos, con el tiempo, para ganarse honradamente el
pan, de acuerdo con la finalidad de los institutos
más arriba mencionados.
Pero, no teniendo más medios que los de la
caridad ciudadana, me atrevo a recurrir también a
V. E. para que acuda en mi ayuda con algunos
elementos, ya fuera de uso, existentes en el
almacén de la Marina. Se trataría de objetos de
iglesia, cómodas, mesitas de noche, cestos, mesas
y bancos, aparadores, sofás, gallardetes, pizarras
para la escuela, palanganas, instrumentos de
cocina, diversas prendas de vestir y de calzado de
toda clase y hasta deteriorado.
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