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el Beato, así que llegó a Roma, parecía que no
estaba allí más que para los conceptinos.
Entre otras cosas escribió un largo memorial
para el Padre Santo, a quien quiso dar cuenta de
los inconvenientes causados con el arreglo que se
había preferido dar al Instituto, insistiendo en
la necesidad de volver al primer plan. Hizo que
don José Scappini y los otros dos leyeran el
escrito, lo discutió ampliamente con ellos, y lo
perfeccionó y retocó hasta que les pareció bien.
El Papa estaba muy ocupado con el jubileo;
numerosos obispos esperaban audiencia. Sin
embargo, supo don Bosco que se quejaba de él
porque no iba a hablarle de los conceptinos.
<>cómo llegar hasta él?>>, se preguntaba a
sí mismo, en carta a don Miguel Rúa 1.
El 10 de junio tomó parte en una audiencia
pública; cuando dio el Papa su vuelta ante el
público y llegó a él, don Bosco le pidió unos
minutos para hablarle privadamente y Pío IX le
contestó:
-Os oiré con mucho gusto; tened paciencia hasta
que se calme la oleada de peregrinos y os pueda
encontrar un instante de tiempo.
Don Bosco presentó una instancia escrita
solicitando una audiencia privada, pero en vano
aguardó respuesta. Así las cosas, dado que no
podía prolongar demasiado su estancia en Roma, y
que no lograba presentar personalmente su relación
al Papa, la entregó al Cardenal Vicario, para que
se la remitiese en el tiempo y de la manera más
oportuna. Y, sin esperar más, se volvió a casa.
Eran dos las partes más importantes de esta
relación: una, la enumeración de los males
existentes en el Instituto de los Conceptinos; y
la otra, la propuesta de medidas encaminadas a
eliminarlos en lo sucesivo. De cinco cosas se
lamentaba especialmente don Bosco: 1.° La falta de
noviciado regular. 2.° La persuasión que había en
los hermanos de que sabían gobernarse por sí
mismos, aun cuando no tenían conocimientos ni
experiencia de lo que es el gobierno de una
sociedad religiosa. 3.° El excesivo número de
superiores, que, al mandar cada uno por su cuenta,
((**It13.56**)) sin
previo acuerdo, se estorbaban unos a otros. 4.° La
ausencia de votos y la falta de preparación
general para emitirlos; de donde nacían los
altercados y amenazas recíprocas, la
insubordinación contra los superiores, las
deserciones del Instituto. 5.° En el caso de una
eventual profesión religiosa, incertidumbre sobre
el superior a quien hacer los votos y sobre las
Reglas según las cuales se hacían.
Cinco eran también las principales medidas que
urgía tomar, si se quería poner remedio duradero:
1.¦ Establecer un noviciado, pero lejos
1 Carta del 8 de junio de 1877, desde
Roma.(**Es13.56**))
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