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era su costumbre no dejar nunca a nadie en casa
sin algún quehacer, fuese quien fuese.
Unos días después fue a Novara, donde predicaba
el adviento el reverendo Paracchini, su amigo, y
allí combinaron ((**It13.647**)) juntos
ponerlo todo en manos de don Bosco. Pero habían
sacado las cuentas sin la huéspeda, como suele
decirse. En cuanto hubieron hablado sobre la obra,
el reverendo Paracchini comunicó a su Arzobispo,
el cardenal Parocchi, lo que habían determinado.
Puestos ante los ojos del Eminentísimo los
fundados temores de persecución por parte del
Gobierno y de la ciudad, presentadas las
dificultades para mantener y ocupar durante una
larga permanencia a los sacerdotes descarriados,
le contaba el casual encuentro de don Antonio
Fusconi con don Bosco, y el intercambio de ideas
que ellos habían tenido sobre poner la obra ideada
al amparo de una casa salesiana. Declaraba también
que él era del mismo parecer; pero que en todo y
por todo se sometían al sabio entender de su
Eminencia.
El Cardenal, que ya había tratado con los dos
sacerdotes aquella buena idea, respondió el 21 de
diciembre que entendía gozar de plena libertad de
acción en el caso de que ellos no se sintiesen con
fuerzas para acometer la empresa. <>. Los
animosos eclesiásticos quedaron literalmente
espantados y, con la misma sencillez con que se
habían embarcado en el asunto, se retiraron sin
decir palabra. Don Antonio Fusconi volvió a
Bolonia, pero no olvidó nunca la bondad de don
Bosco.
Don Bosco, informado del resultado final
mientras estaba en Marsella en enero de 1879,
comunicó a don Julio Barberis los puntos para
responder a don Antonio Fusconi en su nombre: <<
1.°, Diga a Su Eminencia que don Bosco no habló de
abrir casas en su diócesis; sino que propuso
solamente, más aún, ofreció todas las casas
salesianas, siempre que hubiera querido enviar a
ellas a algún eclesiástico, que hubiese olvidado
sus deberes y desease colocarse en el buen camino.
Ya hubo y hay todavía algunos en nuestras casas.
2.° Si alguna vez, entre las muchísimas peticiones
para abrir casas salesianas, llegare una por la
que fuese conveniente la diócesis de Bolonia,
antes de cualquier proyecto se expondría ((**It13.648**)) la
idea al Ordinario diocesano, como está escrito en
nuestras Constituciones. 3.° Don Antonio Fusconi
es totalmente libre para elegir un estado más
perfecto, como el de las misiones extranjeras,
dejando la administración de la obra en favor de
los sacerdotes
(**Es13.553**))
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