Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es13.552**) a don Bosco, el cual recogía y educaba a muchos jovencitos. Entonces él, que hacía mucho tiempo deseaba colocar a un muchacho en un instituto benéfico, entró en la casa, dirigióse al Prefecto, pidió informaciones, cumplió los trámites correspondientes, pagó inmediatamente la pensión, y el muchacho fue aceptado. Después pidió si le era posible ver a don Bosco y hablar con él un momento. Había oído nombrar a don Bosco en distintas ocasiones, pero no le conocía y no tenía una idea precisa de sus casas. Le acompañaron hasta el despacho de don Bosco. Apenas estuvo ante él, con la expansiva franqueza, tan típica en los de su región, se desahogó y empezó a decir: -Soy un tal don Antonio Fusconi. Ya habrá recibido una circular mía, en la que notificaba que, con aprobación de su Eminencia el cardenal Parocchi, mi Ordinario, y con la bendición del ((**It13.646**)) Santo Padre León XIII, yo pensaba abrir en Bolonia una casa de corrección y de ejercicios, para los sacerdotes que los Obispos quisieran someter a este castigo o para los que quisieran retirarse voluntariamente a hacer una vida mejor. Estoy ahora de paso por Turín, y la casualidad, o mejor, la divina Providencia, sin pensar yo en ello, me ha traído a esta iglesia y me ha empujado a entrar en esta casa. He preguntado si podía hablar con V. S., que sé está siempre alumbrado por el Señor. >>Qué dice de mi proyecto? ->>Y quién, respondió súbitamente don Bosco; quién le ha comunicado ese proyecto, que hace años estoy estudiando yo también? De momento nosotros practicamos esta obra de caridad y con fruto: están repartidos por nuestras casas algunos de esos sacerdotes. Pero el proyecto, tal y como está expuesto en su circular, no creo se pueda llevar a cabo. Ante todo, ningún sacerdote querrá ir a su instituto, puesto que sería lo mismo que decir: Yo soy un sacerdote... indisciplinado. Y además, cuando hubiere algunos, >>en qué ocuparlos? Haga usted así: quédese unos días con nosotros en el Oratorio; verá nuestras cosas, nos pondremos de acuerdo, y estudiaremos juntos lo mejor que podamos nuestro plan. Así, podremos hablar de muchas otras cosas. Don Antonio Fusconi, escuchó aquellas palabras como bajadas del cielo. Se quedó a comer. Hablando con don Bosco llegó a la conclusión de que era mejor entenderse con él y hasta hacerse salesiano. Había alquilado una habitación en la ciudad para cierto tiempo; dormía, pues, fuera, pero a las ocho de la mañana volvía a entrar en el Oratorio, donde se quedaba hasta las ocho de la tarde trabajando. Un día se congratuló con don Bosco, porque no había dejado que le faltara trabajo. Realmente, en el Oratorio, don Miguel Rúa encontraba siempre cómo ocupar a todos los que llegaban según su capacidad; porque (**Es13.552**))
<Anterior: 13. 551><Siguiente: 13. 553>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com