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de la casa real y entonces miembro de la dirección
de varias instituciones en la ciudad, dirigió a
don Bosco una larga epístola, en la cual, tras
describir minuciosamente y con vivos colores la
espantosa inmoralidad que entristece el ambiente
que rodea la casa de juego de Mónaco 1, prorrumpía
de repente en esta invocación: <>.
Se acudía también a don Bosco por otros buenos
motivos. Desde el próximo pueblecito de San
Francisco del Campo, el reverendo Parigi y el
maestro Novero le hicieron aceptar la presidencia
honoraria de una junta allí formada para la
restauración de la iglesia parroquial; y desde la
lejana aldea de Guamaggiore, cerca de Cágliari, el
párroco Pittau y el alcalde Pisano Ruda suplicaron
al Beato que se dignase ayudar a aquella pobre
población para reedificar su iglesia hundida en
parte.
((**It13.633**)) Hubo
otras proposiciones que ocasionaron diversas
gestiones, que se deshicieron por el camino; pero,
lo mismo que las primeras, confirman el prebiscito
de aprecio y veneración que por todas las partes
de Italia se levantaba en torno al nombre de don
Bosco, y además nos presentan hechos y palabras,
que enriquecen su biografía y pueden presentar
alguna norma para sus seguidores.
Castelnuovo de Asti
Empezamos por su pueblo natal. Aquel Municipio
habría querido que su ilustre compatriota abriese
en su propia tierra un colegio de bachillerato y
que enviase allí a las Hijas de María Auxiliadora
para las escuelas elementales femeninas y la
dirección de la escuela de párvulos.
Su párroco, el reverendo Rossi, quiso tantear la
situación, haciéndole saber, por vía confidencial,
las intenciones del Consejo municipal y sus
condiciones. Don Bosco, que esperaba siempre la
ocasión para hacer algo en favor de su patria
chica, encargó enseguida a don Miguel Rúa y a don
Juan Cagliero, natural de Castelnuovo, el estudio
del proyecto
1 Carta a don Bosco: 30 de marzo de 1877.
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