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pero dispuso el Señor que le sucediese León XIII.
Me he presentado a él, le he hablado de los
cooperadores salesianos y le he suplicado
permitiese que su augusto nombre figurase al
frente de los mismos, como ya sucedía con el de su
antecesor, de feliz memoria. En cuanto se informó
del espíritu de la obra, añadió:
-No sólo quiero ser cooperador salesiano, sino
operador. >>Acaso no debe ser el Papa el primero
en incrementar las obras de caridad?
He aquí, pues, cómo, perdido un padre, el Señor
nos ha proporcionado otro, tan benévolo como el
primero. En este año murieron también varios otros
beneméritos señores, muy amigos de ayudar al
Oratorio; pero el Señor dispuso que otros les
sucedieran y la caridad de los fieles no permite
que nos falte lo que necesitamos.
Esta es la finalidad más importante de hoy, la
que debe ocupar a los Cooperadores Salesianos. Hay
que continuar las obras ya empezadas, de las que
os he hablado; más aún, hay que centuplicar estas
obras. Para ello se necesitan personas y medios.
Nosotros sacrificamos nuestras personas: el Señor
nos las envía cada día dispuestas a todo
sacrificio, hasta a dar la vida por la salvación
de las almas. Pero no bastan las personas: se
requieren también medios nmateriales. Y éstos os
toca procurarlos a vosotros, beneméritos
cooperadores. Os encargo de proveer estos medios
materiales; haced que no falten. Advertid lo
grande que es la gracia del Señor, que pone en
vuestras manos los medios para cooperar a la
salvación de las almas. Sí, en vuestras manos está
la salvación eterna de muchas almas. Ya se ha
visto, por los hechos que hasta ahora os he
narrado, que son muchísimos los que encuentran el
camino perdido del cielo, gracias a la cooperación
de los buenos.
Sería esta la ocasión para daros las más
rendidas gracias. Pero, >>cómo hacerlo? No me es
posible. Sería una recompensa muy pequeña que yo
os agradeciese vuestras buenas obras. Dejaré al
Señor que lo haga. Sí, ya dijo muchas veces que
considera como hecho a El todo lo que se hace en
favor del prójimo: por otra parte, es cierto que
la caridad no es puramente material, sino que
tiene además una finalidad espiritual, tiene un
mérito todavía mayor. Y querría decir, que no sólo
tiene un premio mayor, sino que tiene algo de
divino.
>>Queréis hacer algo bueno? Educad a la
juventud. >>Queréis hacer algo santo? Educad a la
juventud. >>Queréis hacer algo santísimo? Educad a
la juventud. >>Queréis hacer algo divino? Educad a
la juventud. Entre las cosas divinas esta es
divinísima. Los santos Padres están de acuerdo al
repetir las palabras de san Dionisio: Divinorum
divinissimun est cooperari Deo in salutem animarum
(lo más divino de lo divino es cooperar con Dios a
la salvación de las almas). Y explicando este
pasaje con San Agustín, se dice que esta obra
divina es prenda absoluta de la propia
predestinación: Animam salvasti, animam tuam
praedestinasti (salvaste una alma, predestinaste
la tuya). Por consiguiente, concurrid a hacer
estos grandes bienes que os he ((**It13.630**))
señalado, y podéis tener la seguridad de que
ponéis a salvo vuestra alma. Por tanto, dejo yo de
daros gracias especiales. Sabed, sin embargo, que
en la iglesia de María Auxiliadora, mañana y
tarde, y puedo decir que durante todo el día, se
hacen oraciones especiales Por vosotros, a fin de
que el Señor pueda daros las gracias El mismo, con
aquellas Palabras que os dirá en el día decisivo
del juicio: Euge, serve bone et fidelis, quia in
pauca fuisti fidelis, super multa te constituam.
Intra in gaudium Domini tui (Ea, siervo bueno y
fiel, porque fuiste fiel en lo poco, te colocaré
sobre lo mucho. Entra en el gozo de tu Señor).
Sacrificaos, sí; pero, tener en cuenta que
Jesucristo se sacrificó mucho más y que nosotros
nunca nos acercaremos lo bastante al sacrificio
que El hizo por nosotros. Alegrémonos. Los que se
esfuerzan por imitarle, que hacen cuanto pueden
para salvar las almas, estén tranquilos sobre su
suerte eterna. Animam salvasti, ani(**Es13.538**))
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