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libertad, se abren las puertas al mal, y se
estorba y se impide la labor de los buenos,
siempre tendremos funestas consecuencias. Se
buscó, por tanto, colocar un dique a la herejía y
a la impiedad; primero, con libros bien preparados
para este fin, los cuales se hacían y difundían
entre el pueblo católico con grandes trabajos y
gastos. Pero los libros no lo hacen todo. Fue
necesario colocarse como centinelas en guardia, en
los lugares donde el enemigo se había asentado. Se
puso un escuadrón de soldados donde el peligro era
mayor y continuo y en un lugar conveniente para
paralizar al menos la acción del mal. Y he aquí
que en Turín, cerca de la iglesia de los
protestantes, se abrió ya en 1849 el oratorio de
San Luis y ahora, después de muchos estudios y
trabajos, se ha logrado poner en el mismo lugar
los cimientos de la iglesia de San Juan
Evangelista, que se está construyendo.
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También en San Pier d'Arena amenazaba entrar la
herejía y por eso se estableció allí un hospicio.
En Niza, precisamente cerca del templo
protestante, se levantó el Patronato de San Pedro.
En La Spezia había ya progresado mucho la herejía:
casi todos los muchachos iban al magnífico colegio
de los protestantes, atraídos por mil facilidades,
pero se hizo un esfuerzo y se abrieron nuestras
escuelas. Mas, para no ir nombrando caso por caso,
voy a contaros lo que sucedió junto a Ventimiglia.
En pocos años se llenó de casas el valle de
Valle-Crosia. El número de habitantes creció por
millares. Como todas las eran nuevas, no se
pensó, ni fue posible, levantar allí ninguna
iglesia. Los protestantes, que vieron la ocasión
propicia, elevaron un gran edificio e instalaron
un hospicio, escuelas, y una de sus iglesias. Los
habitantes del valle, al no tener otras escuelas,
fueron a parar a éstas y, después, algunos
empezaron a ir a su iglesia. El Obispo no sabía
qué hacer; edificar una iglesia y convertirla en
parroquia difícilmente puede hacerlo una sola
persona en nuestros días. Se nos llamó a nosotros
y acudimos con gusto en su socorro. No había
medios, pero la Providencia nos ayudó y, como no
podíamos hacer más, se alquiló una casa, se
arregló y limpió un almacén de la planta baja, se
instaló en él un altar, y hete aquí armada la
iglesia. En las habitaciones de la derecha y de la
primera planta se abrieron dos aulas para
muchachos; en las de la izquierda de la pequeña
iglesia se instalaron las Hijas de María
Auxiliadora y se abrieron unas escuelas para
muchachas. íQué cambiazo! El oratorio festivo
atrajo la atención de los niños y de los mayores,
y todos los habitantes del contorno tienen ya
comodidad para oír la santa misa; las escuelas de
los niños y las de las niñas se llenaron
inmediatamente. Todo se realizó con tal fervor que
las escuelas de los protestantes se quedaron
desiertas, y ya no hay un muchacho o una niña que
vaya a ellas. Se invitó y se atrajo de buenas
maneras a recibir los sacramentos por Pascua, a
todos los que habían sido inducidos a asistir a la
iglesia protestante y también éstos abandonaron
aquel lugar, que estaba a punto de convertirse en
centro del protestantismo en Liguria.
Es imposible que obras tales se realicen por un
hombre sólo. Se necesitan cooperadores. Sus
donativos ayudan para poder ir al lugar señalado y
dar allí los primeros pasos: cuando ya se está en
el lugar, se unen nuevos cooperadores de allí
mismo y se va adelante. Sin la labor de los
cooperadores, los Salesianos se hubieran estancado
y no podrían ejercer su misión. Es verdad que
siempre se encuentran dificultades para llevar a
cabo estas obras; pero el Señor dispuso que
siempre se pudieran superar.
Este año se multiplicaron las dificultades, y
así hemos podido ver que la mano del Señor nos
sostiene siempre. Murió este año nuestro
incomparable bienhechor Pío IX, el que aprobó la
asociación de los Cooperadores y la enriqueció con
tantas y tan valiosas indulgencias: Pío IX que
quiso ser inscrito como el primero de los
Cooperadores Salesianos; ((**(**Es13.537**))
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