((**Es13.529**)
Y bien; ante un espectáculo tan desgarrador:
>>vamos a quedarnos indiferentes y fríos nosotros?
Que no se diga eso, almas escogidas; no, que no se
cumpla nunca que los hijos de las tinieblas sean
más astutos y más valientes para hacer el mal, que
los hijos de la luz para operar el bien. Por
consiguiente, cada uno de nosotros conviértase en
guía, maestro y salvador de los niños. Contra las
artes engañadoras del mal, opongamos las
industrias amorosas de nuestra caridad: impreso
contra impreso, escuela contra escuela, colegio
contra colegio; vigilemos atentos a los hijos de
nuestras familias, parroquias e instituciones; y,
puesto que una turba inmensa de pobres muchachos y
muchachas se encuentra en todo lugar ((**It13.618**))
expuesta a los más grandes peligros de perversión,
por incuria de los padres o por su extrema
pobreza, y nosotros, según nuestras fuerzas y
nuestra posición, hagámosles de padres y
mantenedores, colocándolos en lugar seguro y al
amparo de los halagos del vicio y de los
atractivos de los escandalosos. Para estimularnos
y enfervorizarnos cada día más en una obra tan
hermosa, recordemos, a menudo, los cuidados y
cariños prodigados por el Hijo de Dios a los
párvulos durante su carrera mortal; tengamos
siempre presente el gran premio que El ha
prometido a quienes con el ejemplo, con la palabra
y con su trabajo hagan el bien a un muchacho. El
aseguró el céntuplo en esta vida y una corona
eterna en la otra>>.
Don Bosco previó dos dificultades que le podían
presentar sus oyentes. La primera se refería a las
relaciones de los Salesianos con las autoridades
civiles. Especialmente en Roma, donde más que en
otras partes de Italia, sufrían los ciudadanos la
diferencia de la situación religiosa bajo el nuevo
régimen, parecía imposible que la obra salesiana
no hubiese de encontrar obstáculos insuperables.
<>.
(**Es13.529**))
<Anterior: 13. 528><Siguiente: 13. 530>