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a sostenerlo, con la plena confianza de que
durante el año corriente será terminada al menos
la iglesia.
MEDIOS
Vosotros, beneméritos Cooperadores y
Cooperadoras, preguntaréis dónde se pueden
encontrar tantos medios para sostener tales obras
de beneficencia. Yo pongo de nuevo toda mi
confianza en vuestra caridad. Dios nos ayudó en el
pasado, en mentos muy difíciles; él seguirá
ciertamente inspirándonos generosos propósitos, y
poniendo en vuestras manos los medios para
realizarlos.
Y, como al presente, nos encontramos en la
necesidad de preparar ropa y alimentos para los
muchachos internados en nuestras casas, se ha
pensado con la aprobación de la autoridad civil
hacer una pequeña rifa de algunas pinturas y
diversos objetos de arte antiguos, ofrecidos para
este fin benéfico. Se enviará una pequeña cantidad
de boletos a cada uno de los Cooperadores, y
espero que los podáis adquirir para vosotros, o,
al menos, distribuirlos entre algún caritativo
pariente o amigo. De todo se os informará, a su
debido tiempo, a través del Boletín.
Entre tanto, venerados e insignes bienhechores,
aceptad mi más vivo agradecimiento que, juntamente
con todos los salesianos y jóvenes atendidos, os
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tributamos con toda el alma. Os guardaremos
gratitud eternamente, mientras Dios os tiene
preparado un premio imperecedero. En la iglesia de
María Santísima Auxiliadora, en todas las
iglesias, en todas las casas salesianas se elevan
mañana y tarde plegarias al cielo, a fin de que
Dios os conceda mucha salud y vida feliz, dé paz y
concordia a vuestras familias, prosperidad a
vuestros negocios y fertilidad a vuestros campos.
En fin, nuestras oraciones suben al cielo,
invocando las divinas bendiciones sobre vosotros,
para que, después de pasar días felices y
tranquilos en esta tierra, vayáis todos a gozar
del fruto de vuestra caridad en lo más alto de los
cielos.
De un modo particular se encomienda a las
plegarias de todos al Sumo Pontífice, León XIII,
nuestro primer Cooperador; a todos los que
trabajan para el bien de la santa Iglesia; a los
Cooperadores que, durante el año, fueron llamados
por Dios a la otra vida. Y, en fin, encomiendo mi
alma a la caridad de vuestras oraciones,
asegurándoos que siempre seré, en Jesucristo.
Vuestro atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
Estas relaciones que, año tras año, ponían a
los Cooperadores al corriente de las cosas,
cautivaron más y más la simpatía hacia don Bosco y
su Congregación. Otra hermosa costumbre contribuyó
a aumentar tales simpatías, y fue la de saber los
Cooperadores que, en la Congregación, se hacían
abundantes plegarias en favor de los socios
difuntos. El Boletín invitaba a sufragar sus
almas, dando amplias noticias necrológicas de los
más notables y una nota necrológica de todos los
demás. La primera lista de cooperadores difuntos
apareció en el número correspondiente al mes de
junio de 1878, con la siguiente
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