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habló también Monseñor, recordando las glorias
cristianas de Turín, elevando un himno al titular
de la nueva iglesia y terminando con estas
palabras de gozo y augurio: <((**It13.601**))
apóstol, tan querido por Jesucristo, tan devoto de
María, tan respetuoso con la Cátedra de Pedro 1.
Ojalá que la visión de esta iglesia enfervorice
cada día más nuestro corazón en la devoción a
Jesús Sacramentado y a María Santísima, y nos haga
cada vez mejores y más devotos hijos del Papa;
porque, mientras se profesen en Turín estas tres
devociones, que son su gloria, jamás vendrá a
menos en ella la fe católica>>.
Gracias a la heroica fortaleza y a la
invencible constancia del Siervo de Dios, puede
asegurarse que el triple voto del Prelado turinés
ha sido ampliamente cumplido.
1 En el discurso habia observado que san Juan,
en el tiempo de san Lino, san Cleto y san
Clemente, pudo haberse presentado para guiar la
barca de san Pedro, y todos los cristianos le
habrían reconocido muy a gusto como a su Cabeza;
en cambio, reconoció y reverenció a los sucesores
del Príncipe de los Apóstoles.
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