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Novara, monseñor Estanislao Eula, que pontificó en
ella con permiso de Su Excelencia, monseñor
Lorenzo Gastaldi, nuestro venerado Pastor>>.
Parece que estas palabras no tienen nada de
irreverente; sobre todo porque el mismo señor
Arzobispo de Turín, al dar licencia para que se
invitase a otro Obispo a actuar aquel día en la
iglesia de María Auxiliadora, añadió la condición
de que, al avisarlo públicamente, se dijese que el
tal Obispo pontificaba con su permiso.
La segunda vez fue en el Boletín de julio,
respondiendo al Ateneo Ilustrado, el cual
pretendiendo salir con el visto bueno de la Curia
Arzobispal de Turín, apareció con interpretaciones
arbitrarias sobre los decretos de Urbano VIII, con
los que intentaba demostrar que no es lícito a los
periódicos católicos publicar milagros que se
decían obtenidos por intercesión de Pío IX, antes
de ser reconocidos como tales por la Santa Sede.
Pero, en nuestra respuesta, lejos de erigirnos en
maestros, examinadores, jueces y reprensores de
los Obispos, hemos alzado la voz contra ese
periódico, que había infligido una nota de
censura, no sólo a los periódicos que habían
publicado tales gracias, antes del juicio
definitivo de la Iglesia, sino también a todos
aquellos Obispos que habían concedido el visto
bueno a aquellas publicaciones. Como se ve por
nuestro artículo, hemos combatido la irreverencia
de dicho periódico, que pretendía saber más que
las Censuras Episcopales y Arzobispales de Italia,
sin excluir la de Roma, y al mismo tiempo hemos
defendido al Arzobispo de Turín a quien, según el
Ateneo, querían hacerle pasar por contrario a
tantos ilustres y venerandos Prelados. Así las
cosas, >>no tenemos razón para sorprendernos al
ver que, en esa ocasión, él nos pinte como
irreverentes a la Autoridad Episcopal y
perturbadores de la paz del Arzobispo de Turín?
Por lo demás, si él entiende que la conducta
observada por nosotros, en esta ocasión, es un
escándalo gravísimo que causa un inmenso daño a
nuestra sacrosanta religión, respondemos no tener
en ello culpa alguna; el culpable sería nuestro
Censor Arzobispal de Génova, que, sin llamar de
ningún modo nuestra atención, concedió el visto
bueno a nuestros artículos. Porque sabe él muy
bien que esta nuestra pobre tipografía no imprime
nada, sin haber sido antes aprobado por la
autoridad eclesiástica. Pero, en este caso,
dejaremos creer que el docto, pío y celosísimo
Arzobispo ((**It13.594**)) de
Génova ha concedido su visto bueno a una
publicación impía y cismática. Por nuestra parte
rogamos humilde y encarecidamente a Su Excelencia,
monseñor Gastaldi, tenga a bien manifestarnos en
qué hemos faltado en nuestros articulejos, y tenga
la seguridad de que aceptaremos, con todo nuestro
buen corazón y el debido respeto, sus
observaciones.
Por lo que se refiere a la iglesia de San Juan,
la cuestión era por la palabra monumento. Monseñor
pidió que dicha iglesia no fuera llamada por
nosotros Monumento a Pío IX, deseando que en Turín
sirviese de monumento al gran Pontífice únicamente
la iglesia de San Segundo. En cuanto supimos su
deseo, hemos procurado siempre evitar esta palabra
en todos los ejemplares del Boletín, destinado a
los Cooperadores de la ciudad y de la
archidiócesis de Turín. Testigos de ello son el
tipógrafo, que, a su debido tiempo, paraba la
máquina, y el cajista, que cambiaba los tipos. Y
lo mismo seguiremos haciendo en lo porvenir. El no
aludir para nada al fin de dicha iglesia, creemos
que no puede hacerse. Los cooperadores, que nos
enviaron y siguen enviando limosnas para este fin,
tienen derecho a saber, de vez en cuando, algo
sobre el sagrado edificio que se levanta con su
dinero. Pero téngase en cuenta que nosotros no
hablamos de ningún modo a los fieles, sino
solamente a nuestros Cooperadores, a nuestros
bienhechores, cuyo número es bastante limitado en
esa Archidiócesis.Hemos escrito a V. S.
confidencialmente, mas V. S. haga de nuestra carta
el uso
(**Es13.509**))
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