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manifestar la verdad y el estado de las cosas al
supremo tribunal de la Iglesia y deseo poder
emplear el poco tiempo de vida que Dios quiera
todavía concederme en favor de la congregación que
la Santa Sede me quiso confiar.
Compadézcame, pues, ante tantos obstáculos y
acepte que los Salesianos, con profunda gratitud,
rueguen cada día al Señor para que le conceda
buena salud y vida feliz, mientras, en nombre de
todos, me cabe el alto honor de poderme profesar.
De V. E. Rvma.
Turín, 28 de mayo de 1878.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
Después de unos días de espera, quizás para ver
si le llegaba alguna cosa más de la Secretaría de
Estado, envió al cardenal Ferrieri una respuesta,
en la que es digno de consideración especialmente
el punto cuarto.
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Eminencia Rvma.:
He recibido la carta en la que me invita V. E.
Rvma. a dejar de recoger osnas entre los
cooperadores y cooperadoras salesianos para seguir
las obras de la iglesia de San Juan, por cuanto
parece una competencia con el Arzobispo de Turín,
que preventivamente habría hecho idéntica llamada
en favor de la iglesia de San Segundo.
Ruego a V. E. me permita renueve las
aclaraciones ya dadas al Eminentísimo Secretario
de Estado, ante quien se hicieron las mismas
reclamaciones.
1.° Advierto, ante todo, que yo no he hecho
ninguna llamada de tal suerte, porque la llamada a
la que se alude, fue publicada durante mi ausencia
y sin ninguna injerencia mía; se imprimió en el
hospicio de San Pier d'Arena en Génova, a expensas
y bajo la responsabilidad del director de aquel
Centro, con aprobación de la autoridad
eclesiástica de aquella archidiócesis.
2.° No se ha publicado nada en la diócesis de
Turín y, por tanto, no parece haya ningún motivo
de reclamación por parte de este Ordinario.
3.° Téngase en cuenta que la iglesia de San
Juan Evangelista se comenzó hace más de diez años
con la bendición y un donativo de dos mil liras
del Pontífice Pío IX, siempre de grato recuerdo.
El concurrió, porque se trataba de levantar un
dique frente a los protestantes que allí cerca
tienen escuelas, hospicio, hospital y templo. La
autoridad arzobispal aprobó y recomendó todo,
animando a los fieles a ayudar, como puede verse
por la exposición de hoja aparte. No creo se
quiera revocar cuanto ya fue aprobado.
4.° La iglesia de San Segundo la comencé yo
mismo, muchos años después que la de San Juan; y,
tras haber gastado en ella una cantidad de dinero
bastante elevada, creyó oportuno el Arzobispo
entrar él mismo en aquella construcción. Yo cedí a
ello de muy buen grado, por tratarse del superior
eclesiástico.
Por eso, no he hecho competencia a nadie, sino
que otros me la hicieron a mí, contra una obra
empezada hace más de diez años, y por la cual debí
superar indescriptibles dificultades por parte de
los protestantes. .
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