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se pudieron pagar grandes deudas. Cuando aún no se
conocía la última voluntad del difunto, se
ordenaron en el Oratorio sufragios especiales por
el descanso de su alma, ya que siempre había sido
bienhechor, amigo y padre de los Salesianos. Más
aún, el mismo día 28, fueron los clérigos a su
palacio para los oficios fúnebres, alternándose de
cuatro en cuatro cada hora, y recitando cada grupo
el oficio de difuntos y el rosario entero ante el
cadáver.
Don Bosco, que apenas si podía tenerse en pie,
había ido a ver al enfermo en las últimas horas.
El Barón, aunque ya no diese señales de conocer a
los que le rodeaban, salió como de un sopor al
sonido de su voz, demostró alegría por su visita y
recibió con visible satisfacción su santa
bendición. El Siervo de Dios guardó siempre el más
grato recuerdo del barón Bianco. Poco antes de
morir, sacó del cajón del escritorio una
fotografía y se la entregó ((**It13.572**)) a don
Juan Bautista Lemoyne sin decir nada. Lemoyne la
tomó, la contempló y dijo:
-Es el retrato del barón Bianco.
-Sí, es el retrato de un gran amigo mío,
respondió el Beato con las lágrimas en los ojos.
Lemoyne quería devolvérselo.
-No, dijo don Bosco, tenlo tú, guárdalo.
Don Juan Bautista Lemoyne interpretó aquellas
palabras como si quisieran indicar que le tocaba a
él perpetuar la memoria de un bienhechor tan
insigne. Verdad es que la forma empleada por don
Bosco en aquel instante impresionó al futuro
biógrafo, que vio en aquel gesto algo misterioso.
Fue el barón Bianco uno del abundante número de
nobles piamonteses que tanto se distinguieron por
su amor a la Iglesia y su devoción al Papa.
También él, al llegar los nuevos tiempos, para no
traicionar la conciencia, se retiró de todo asunto
palaciego o público, dedicándose únicamente a
favorecer con generosidad a la Santa Sede y a los
pobres.
Son muy dignas de nota para nosotros algunas de
las expresiones que él dejó en su propio
testamento, fechado al 22 de enero de 1877.
Después de nombrar a don Bosco, a quien llama su
<>, heredero universal y declararse
<>, prosigue así: <>.
Sin embargo, las malas lenguas encontraron, si
no en esto, en otras cosas, tema donde meterse.
Corrieron las más fantásticas habladurías
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