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salvo en los puntos en los que los Estatutos
aprobados por la Santa Sede le conceden
exenciones, y salvo los privilegios que haya
obtenido con Rescriptos, Decretos, Resoluciones y
otros documentos de la Santa Sede obtenidos en
forma auténtica.
Aunque después, y gracias a dichas
declaraciones, deba entenderse que vaya a cesar
toda disensión, sin embargo, con el deseo de que
en lo sucesivo haya también de cerrarse el camino
a interpretaciones menos exactas sobre cuanto le
fue concedido a la Congregación Salesiana, Su
Santidad, después de haber tomado perfecto
conocimiento de todas las gracias y favores
concedidos por su Predecesor a dicha Congregación,
ha ordenado que se haga un cuidadoso sumario y se
redacten tres ejemplares, el primero de los cuales
será presentado por el reverendo don Juan Bosco a
V. E. en el que pueda añadirse el Visto para ser
guardado por el mismo, el segundo será firmado por
dicho Sacerdote y entregado a la Curia Arzobispal,
y el tercero, firmado por ambas partes, para ser
depositado en el Archivo de esta secretaría.
Confía, además, la Sagrada Congregación, como
ya ella misma señalaba en su documento del 27 de
diciembre ppdo., que, después de haber sido
tomadas las providencias pedidas, todo procederá
tranquilamente en el porvenir. La misma Sagrada
Congregación comunicará también al Superior de los
Salesianos un ejemplar de la presente carta, que
le sirva de norma para amoldarse a todo lo que en
ella está prescrito.
De V.S.
Roma, 12 de abril, 1878.
Afmo.
hermano
S.
Card. FERRIERI, Prefecto
A. Arzobispo de Mira, Secr.
((**It13.562**)) El
abogado transmisor, aunque decía no estar
satisfecho con la solución adoptada, aconsejaba a
don Bosco que obedeciese ciegamente y se
presentase sin más al Arzobispo para comunicarse
recíprocamente las disposiciones romanas y
hablarle de los sacerdotes suspendidos 1.
En materia de obediencia don Bosco nunca
necesitó de consejos ajenos. En cuanto a
presentarse al Arzobispo, ignoramos la fecha
precisa del primer encuentro; pero el 4 de mayo
éste ya debía haber tenido lugar. Don Bosco fue al
Palacio en compañía de don José Lazzero, el cual
permaneció en la sala de espera durante toda la
audiencia y oyó a Monseñor hablar muy fuerte.
Cuando el Beato salió, iba como absorto en sus
pensamientos, de tal modo que casi hasta llegar a
Nuestra Señora de la Consolación (la Consolata),
como un cuarto de hora de camino, lo hicieron en
perfecto silencio. Finalmente dijo don Bosco
sonriendo:
-íSanto varón! No me ha dejado abrir la boca.
Sólo ha hablado él.
1 Apéndice, doc. 42.
(**Es13.482**))
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