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((**Es13.479**) de hablar con don Bosco, le preguntó si tomaría la dirección de aquellos corrigendos y le insistió para que aceptase. Don Bosco respondió que, por su parte, no existían dificultades, pero que ciertamente el Ministerio nunca pondría en sus manos una cárcel penitenciaria. ->>Y por qué no? -Porque se dice que don Bosco quiere demasiada religión: y, en efecto, yo mantengo que sin religión, no se logra ningún bien entre los jóvenes. ((**It13.558**)) -No diga que nosotros no queremos la religión. Somos los primeros en reconocer su necesidad; por eso, le estaríamos muy reconocidos, si usted lograra domar a estos desgraciados con ese medio. Si me autoriza, escribiré a S. E. el Ministro de Gobernación, proponiendo que ponga en sus manos la dirección. -Repito que mi método de educación no le gustará mucho al Gobierno. Y expuso don Bosco, a continuación, su propio sistema educativo: frecuencia de sacramentos, instrucción religiosa, vigilancia preventiva, caridad conquistadora... y sus correspondientes ventajas. Le escuchó atentamente el Gobernador y no vio serios obstáculos para su proyecto. -Hagamos la prueba, dijo. íYo escribiré al Ministro y usted verá! -íQué quiere que le diga! Creo que es muy difícil que el Gobierno lo permita. -Pues yo creo que es facilísimo. El Gobernador escribió inmediatamente. Y no tardó en llegar la respuesta. Era una sarta de alabanzas para don Bosco, se aprobaba la idea y se rogaba tratarla. No había nada mejor que confiar la dirección de <> a don Bosco; no podía fallar el éxito; habría seguridad absoluta de que no se volverían a repetir los deplorables sucesos habidos. Se llamó enseguida al Siervo de Dios para comunicarle la buena noticia: -íVea, vea, le dijo el Gobernador, cómo yo llevaba razón! -íSolución demasiado larga!, respondió don Bosco, moviendo la cabeza. Sin embargo, comenzó los trámites, pues no quería que se rompiese por su culpa aquel hilo de esperanza. Pero él exigía independencia plena en la educación religiosa; necesitaba estar solo en la dirección; el Gobierno pagaría ochenta céntimos diarios por cada joven detenido; eliminaría la guardia carcelaria; a lo sumo podría conservar el piquete de soldados a la puerta. Al Gobernador le pareció todo razonable; pero el Ministro acabó (**Es13.479**))
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