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las cuales le darán motivos para molestarnos
ulteriormente. >>Qué más? El viernes, en vez de
las rápidas medidas a tomar, se tratará de la
convalidación de nuestros privilegios,
observándose que difícilmente serán confirmados
todos por el Padre Santo. Sería un hecho muy
humillante para nuestro Instituto, que, habiéndose
organizado en medio de tantas y tan graves
dificultades, favorecido hasta el presente por muy
pocos privilegios, en comparación con los demás de
Italia, cuyos miembros hicieron verdaderamente
graves sacrificios personales y económicos para
corresponder a su fin, se viesen ahora con las
benemerencias que la bondad de Pío IX les concedió
disminuidas o sin ellas. La Pía Asociación de los
salesianos obtuvo diversos favores espirituales
igual que las otras Sagradas Congregaciones de
Roma, pero los privilegios fueron escasos. Todos
los institutos y congregaciones eclesiásticas de
Italia, definitivamente aprobados, obtuvieron la
comunicación de los privilegios.
Los salesianos no pudieron hasta ahora
conseguir este señalado favor que nos habría
liberado de todas las dificultades que hemos
encontrado y que todavía encontramos. Ahora me
reclama la necesidad de mis muchachos, ((**It13.506**)) a los
que, en número de más de veinte mil (como V. E.
bien sabe); debo proveer de pan espiritual y
material. Habría tratado sobre esta difícil
posición, pidiendo consejo y dirección a V. E., en
quien siempre he encontrado un padre benévolo;
mas, para nuestra verdadera desgracia, durante
este tiempo, estuvo casi siempre delicado, y aún
lo está, por lo cual no pude acercarme a su casa.
Tuve el pensamiento de hacer una normal exposición
de nuestra situación al Padre Santo o al mismo
cardenal Ferrieri, en quien siempre he encontrado
mucha benevolencia. Pero, como debería tocar
asuntos delicados, y diría comprometedores, no
quiero hacer nada sin el parecer de su iluminada
sabiduría.
Si V. E. me dijese que me vaya, que me calle y
deje que el tiempo arregle las cosas, me someto a
ello con toda resignación; pero temería las
tristes consecuencias que se seguirían con un
pernicioso desaliento de los pobres salesianos. Si
V. E. encontrare en esta carta alguna expresión
poco oportuna, acháquela al ánimo que, en estos
sucesos, reconoce un verdadero impedimento para la
mayor gloria de Dios, por lo cual tiene que
sentirse profundamente afligido. Obtuve la
audiencia del Padre Santo, y quedé como extasiado
de su angélica bondad; mi satisfacción fue muy
grande. Pero mi posición actual me hace exclamar:
miscens gaudia fletibus (mezclándose el gozo con
las lágrimas).
En momentos tan difíciles me encomiendo a la
caridad de sus santas oraciones, y le suplico que
quiera hacer de padre de los pobres salesianos,
que no tienen más finalidad que la de trabajar por
la Iglesia y por el bien de las almas. Ellos no
dejarán de manifestar su gratitud a V. E., rogando
cada día a Dios que conserve su salud para que
pueda continuar trabajando en favor de nuestra
Santa y Católica Religión. Permita, mientras
tanto, que con la mayor veneración tenga el honor
de besar la Sagrada Púrpura de V. E. Rvma.
Roma, 25 de marzo de 1878.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
No ignoramos que entre los motivos que
condujeron a monseñor Gastaldi a Roma, a últimos
del mes de febrero, figurasen también los litigios
con don Bosco. El tenía unas treinta causas con
sus sacerdotes
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