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((**Es13.434**) las cuales le darán motivos para molestarnos ulteriormente. >>Qué más? El viernes, en vez de las rápidas medidas a tomar, se tratará de la convalidación de nuestros privilegios, observándose que difícilmente serán confirmados todos por el Padre Santo. Sería un hecho muy humillante para nuestro Instituto, que, habiéndose organizado en medio de tantas y tan graves dificultades, favorecido hasta el presente por muy pocos privilegios, en comparación con los demás de Italia, cuyos miembros hicieron verdaderamente graves sacrificios personales y económicos para corresponder a su fin, se viesen ahora con las benemerencias que la bondad de Pío IX les concedió disminuidas o sin ellas. La Pía Asociación de los salesianos obtuvo diversos favores espirituales igual que las otras Sagradas Congregaciones de Roma, pero los privilegios fueron escasos. Todos los institutos y congregaciones eclesiásticas de Italia, definitivamente aprobados, obtuvieron la comunicación de los privilegios. Los salesianos no pudieron hasta ahora conseguir este señalado favor que nos habría liberado de todas las dificultades que hemos encontrado y que todavía encontramos. Ahora me reclama la necesidad de mis muchachos, ((**It13.506**)) a los que, en número de más de veinte mil (como V. E. bien sabe); debo proveer de pan espiritual y material. Habría tratado sobre esta difícil posición, pidiendo consejo y dirección a V. E., en quien siempre he encontrado un padre benévolo; mas, para nuestra verdadera desgracia, durante este tiempo, estuvo casi siempre delicado, y aún lo está, por lo cual no pude acercarme a su casa. Tuve el pensamiento de hacer una normal exposición de nuestra situación al Padre Santo o al mismo cardenal Ferrieri, en quien siempre he encontrado mucha benevolencia. Pero, como debería tocar asuntos delicados, y diría comprometedores, no quiero hacer nada sin el parecer de su iluminada sabiduría. Si V. E. me dijese que me vaya, que me calle y deje que el tiempo arregle las cosas, me someto a ello con toda resignación; pero temería las tristes consecuencias que se seguirían con un pernicioso desaliento de los pobres salesianos. Si V. E. encontrare en esta carta alguna expresión poco oportuna, acháquela al ánimo que, en estos sucesos, reconoce un verdadero impedimento para la mayor gloria de Dios, por lo cual tiene que sentirse profundamente afligido. Obtuve la audiencia del Padre Santo, y quedé como extasiado de su angélica bondad; mi satisfacción fue muy grande. Pero mi posición actual me hace exclamar: miscens gaudia fletibus (mezclándose el gozo con las lágrimas). En momentos tan difíciles me encomiendo a la caridad de sus santas oraciones, y le suplico que quiera hacer de padre de los pobres salesianos, que no tienen más finalidad que la de trabajar por la Iglesia y por el bien de las almas. Ellos no dejarán de manifestar su gratitud a V. E., rogando cada día a Dios que conserve su salud para que pueda continuar trabajando en favor de nuestra Santa y Católica Religión. Permita, mientras tanto, que con la mayor veneración tenga el honor de besar la Sagrada Púrpura de V. E. Rvma. Roma, 25 de marzo de 1878. Su atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. No ignoramos que entre los motivos que condujeron a monseñor Gastaldi a Roma, a últimos del mes de febrero, figurasen también los litigios con don Bosco. El tenía unas treinta causas con sus sacerdotes (**Es13.434**))
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