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((**Es13.427**) que nunca olviden el gran beneficio que Dios les ha concedido llamándoles adonde pueden hacer un gran bien para sí mismos y para el prójimo. La fundación de este instituto, los alumnos que se educan cristianamente en sus casas, las escuelas en marcha, las iglesias abiertas al culto, las misiones que ya producen abundante fruto y todo esto, hecho sin posesiones materiales, manifiestan ciertamente la bendición del Señor. Creo que los que niegan los milagros, si quisiesen explicar cómo un pobre sacerdote pueda dar pan con todos los demás accesorios a veinte mil muchachos, creo que esté obligado a decir: Digitus Dei est hic. Por tanto estén los salesianos agradecidos a esta misericordia del Señor, pero demuestren su gratitud con la exacta observancia de las reglas. Las constituciones religiosas son aptas para promocionar y asegurar la perfección cristiana. Pero la perfección ((**It13.498**)) de las Constituciones no es la de los religiosos. Los religiosos la obtendrán cuando las practiquen con los hechos. Decid, pues, que estudien sus reglas, que procuren entenderlas, pero que las practiquen ejemplarmente. Así, con su gran maravilla verán cada día crecer el número de los religiosos, salvarán muchas almas y Dios los sostendrá y los bendecirá en todas las cosas. A los jovencitos que la divina Providencia os confía. Anímense a combatir al formidable enemigo de las almas que es el respeto humano, instrúyanse en la fe, hágaseles constantemente conocer la autoridad de la Santa Sede y del Romano Pontífice, que íes el centro de la verdad! Aprendan con tiempo a conocer, amar a la Santa Madre Iglesia, maestra infalible, áncora de salvación, a la que es necesario que vivan todos unidos para poderse salvar. Sé que piden por mí, sé que son afectos a la Cátedra de San Pedro, dadles las gracias y decidles que los quiero en N. S. J. C. y pido a Dios que los haga crecer en edad y en el santo temor de Dios, de forma que sean siempre el decoro de las respectivas familias y la gloria de la Iglesia. A los Cooperadores. Los cooperadores tienen delante un amplio campo donde trabajar y hacer el bien. Viven en el mundo, pero alcanzan los méritos de los que viven en vida común. No hay obra más meritoria a los ojos de Dios que cooperar a la salvación de las almas. Por tanto la misión de los Cooperadores Salesianos es santificar las propias familias con el buen ejemplo, con los deberes religiosos, dedicar sus solicitudes para ayudar a los salesianos en las cosas que deben hacerse en medio del mundo y que no es conveniente los haga un religioso. Recordadles las palabras del evangelio, que los bienes de la tierra son espinas y que toca a los que los poseen cultivarlos haciendo de ellos un uso santo, para que, en el momento de la muerte sean flores perfumadas con las que los ángeles tengan que entretejerles la corona de gloria celestial. A los novicios. Recuerdo las plantas preciosas encerradas en un jardín. íAy, si se rompe el cerco: entran los ladrones, roban los escasos frutos que ven, echan a perder las plantas y lo arruinan todo! Así, pues, recomiéndese a los novicios, esperanza de la Congregación Salesiana, el retiro y la práctica de las virtudes que deben practicar toda la vida. Téngase cuidado de su salud. Este es un poderosísimo elemento para hacer el bien a sí mismos y al prójimo. Pero recuérdeseles a menudo el gran pensamiento de san Jerónimo: <>. Calcúlense las virtudes adquiridas y no las que hay que adquirir. El maestro de los Novicios deben proceder con rigor en este último punto. Cuando se llegó a los misioneros, preguntó qué países habitaban, cuántos eran, cuántas casas e iglesias habían abierto. Respondí que, entre iglesias y casas, eran doce y que los salesianos salidos de (**Es13.427**))
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