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que nunca olviden el gran beneficio que Dios les
ha concedido llamándoles adonde pueden hacer un
gran bien para sí mismos y para el prójimo.
La fundación de este instituto, los alumnos que
se educan cristianamente en sus casas, las
escuelas en marcha, las iglesias abiertas al
culto, las misiones que ya producen abundante
fruto y todo esto, hecho sin posesiones
materiales, manifiestan ciertamente la bendición
del Señor. Creo que los que niegan los milagros,
si quisiesen explicar cómo un pobre sacerdote
pueda dar pan con todos los demás accesorios a
veinte mil muchachos, creo que esté obligado a
decir: Digitus Dei est hic. Por tanto estén los
salesianos agradecidos a esta misericordia del
Señor, pero demuestren su gratitud con la exacta
observancia de las reglas. Las constituciones
religiosas son aptas para promocionar y asegurar
la perfección cristiana. Pero la perfección
((**It13.498**)) de las
Constituciones no es la de los religiosos. Los
religiosos la obtendrán cuando las practiquen con
los hechos. Decid, pues, que estudien sus reglas,
que procuren entenderlas, pero que las practiquen
ejemplarmente. Así, con su gran maravilla verán
cada día crecer el número de los religiosos,
salvarán muchas almas y Dios los sostendrá y los
bendecirá en todas las cosas.
A los jovencitos que la divina Providencia os
confía. Anímense a combatir al formidable enemigo
de las almas que es el respeto humano, instrúyanse
en la fe, hágaseles constantemente conocer la
autoridad de la Santa Sede y del Romano Pontífice,
que íes el centro de la verdad! Aprendan con
tiempo a conocer, amar a la Santa Madre Iglesia,
maestra infalible, áncora de salvación, a la que
es necesario que vivan todos unidos para poderse
salvar. Sé que piden por mí, sé que son afectos a
la Cátedra de San Pedro, dadles las gracias y
decidles que los quiero en N. S. J. C. y pido a
Dios que los haga crecer en edad y en el santo
temor de Dios, de forma que sean siempre el decoro
de las respectivas familias y la gloria de la
Iglesia.
A los Cooperadores. Los cooperadores tienen
delante un amplio campo donde trabajar y hacer el
bien. Viven en el mundo, pero alcanzan los méritos
de los que viven en vida común. No hay obra más
meritoria a los ojos de Dios que cooperar a la
salvación de las almas. Por tanto la misión de los
Cooperadores Salesianos es santificar las propias
familias con el buen ejemplo, con los deberes
religiosos, dedicar sus solicitudes para ayudar a
los salesianos en las cosas que deben hacerse en
medio del mundo y que no es conveniente los haga
un religioso. Recordadles las palabras del
evangelio, que los bienes de la tierra son espinas
y que toca a los que los poseen cultivarlos
haciendo de ellos un uso santo, para que, en el
momento de la muerte sean flores perfumadas con
las que los ángeles tengan que entretejerles la
corona de gloria celestial.
A los novicios. Recuerdo las plantas preciosas
encerradas en un jardín. íAy, si se rompe el
cerco: entran los ladrones, roban los escasos
frutos que ven, echan a perder las plantas y lo
arruinan todo! Así, pues, recomiéndese a los
novicios, esperanza de la Congregación Salesiana,
el retiro y la práctica de las virtudes que deben
practicar toda la vida. Téngase cuidado de su
salud. Este es un poderosísimo elemento para hacer
el bien a sí mismos y al prójimo. Pero
recuérdeseles a menudo el gran pensamiento de san
Jerónimo: <>.
Calcúlense las virtudes adquiridas y no las que
hay que adquirir. El maestro de los Novicios deben
proceder con rigor en este último punto.
Cuando se llegó a los misioneros, preguntó qué
países habitaban, cuántos eran, cuántas casas e
iglesias habían abierto.
Respondí que, entre iglesias y casas, eran doce
y que los salesianos salidos de
(**Es13.427**))
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