((**Es13.425**)
La audiencia, ya fuera por ser la primera que
le concedía el nuevo Papa, ya fuera por la bondad
que éste tuvo con él, parecióle a don Bosco de
tanta importancia, que quiso dar por escrito esta
amplia relación, que reproducimos aquí
íntegramente.
He procurado recordar y escribir la primera
audiencia particular, que me concedió el Padre
Santo, León XIII, que contiene cosas y
conversaciones de mucha importancia, para que no
se olviden, antes bien sirvan de norma a los
salesianos.
1.° Se habló, pues, de la iglesia de San Juan
Evangelista, de la casa e iglesia de Ventimiglia y
de La Spezia. Dije que estos institutos eran obras
promovidas por Pío IX, que se había ocupado de
ellas con celo, especialmente porque miraban al
bien de la juventud, encaminadas a poner un dique
a los protestantes que, en cierto modo, se habían
hecho los amos verdaderos de aquellas poblaciones,
con escuelas infantiles, femeninas y masculinas,
asilos y templos.
Es preciso, añadió el Padre Santo, que aprecie
y apoye estas instituciones. En este momento todos
deben hacer grandes esfuerzos para combatir el
error y, donde no se pueda hacer directamente, al
menos trabajar para disminuir sus consecuencias.
Ello se obtiene con estos institutos de caridad.
Se alzan dos estandartes. Uno manifiesta la
iglesia militante, da a conocer al mundo su
existencia, su doctrina inmutable contra el error.
Si, a pesar de los esfuerzos de los buenos, no se
puede aniquilar el error, disminúyanse siquiera
las consecuencias, impidiendo que los niños vayan
a beber el veneno con el especioso pretexto, que
el mundo llama necesidad, de tener pan e
instrucción. íOh, qué mérito tan grande tienen los
piadosos fieles que emplean sus bienes en sostener
estas obras de caridad! Siento que la actual
pobreza de la Santa Sede no permita concurrir
((**It13.496**)) en
amplia proporción, pero haré todo lo que pueda
moral y materialmente.
2.° En aquel momento le rogué humildemente
permitiera ser contado entre los cooperadores,
como ya lo había sido Pío IX, y como lo son muchos
Cardenales. Entonces me pidió alguna aclaración y,
tan pronto como comprendió que era una asociación
promovida por Pío IX y que tendía a favorecer la
buena educación especialmente de los niños
abandonados, siguió diciendo:
-Basta eso: en este sentido no sólo soy
cooperador, sino operador, como Pontífice y como
simple fiel. Promoveré, sin lugar a dudas, todas
las instituciones que pretenden el bien de la
sociedad, sobre todo las que cuidan de los niños
en peligro. Estoy convencido de que no hay
ministerio más noble que el de trabajar por
disminuir el número de los díscolos para hacer de
ellos buenos cristianos y honrados ciudadanos. No
hace mucho tiempo que pasando por el barrio de
Roma, que llaman Ciudad Nueva, he visto una
inmensa multitud de muchachos que correteaban
riñendo y blasfemando. Hablé de ello al Padre
Santo, Pío IX. Aquel gran corazón comprendió la
necesidad de dar a aquellos infelices un remedio
adecuado. Mas, por entonces, no se pudo. >>No
habrá ahora manera de hacerlo? Estúdielo, proponga
y haremos de común acuerdo lo que sea posible.
-Padre Santo, contesté; hace muchos años que
acaricio la idea de poder enviar algunos
salesianos para unirse a los sacerdotes de Roma y
cooperar con ellos al bien de los muchachos en
peligro, sobre todo los forasteros. Un pequeño
refugio, un oratorio festivo, escuelas nocturnas,
escuelas diurnas para los más pobres, he ahí lo
que me parece indispensable.
(**Es13.425**))
<Anterior: 13. 424><Siguiente: 13. 426>