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((**Es13.419**)Una tarde fue a ver a don Bosco para acompañarle a dar un paseíto, y le encontró atareado, escribiendo una larga carta que le pareció un cuaderno. El Beato, con aquella confianza que tenía con sus antiguos hijos, le dijo: -Espera que termine. He escrito al Papa de modo tenendi en los tiempos presentes. ((**It13.488**)) Pero don Juan Turchi, no pudo saber si la carta iba dirigida directamente al Papa o a alguna Comisión de Cardenales. El documento debe existir todavía. Entre las copias que don Joaquín Berto sacó de autógrafos de don Bosco hay una que parece contiene resumido lo desarrollado en el cuaderno de que habla don Juan Turchi. A no ser que se tenga que afirmar que, por orden superior, don Bosco expuso ampliamente y presentó a alguna congregación cardenalicia lo que sumariamente se menciona en la carta, que decía así: Un pobre siervo del Señor, que a veces enviaba al Padre Santo, Pío IX, algunas cosas que juzgaba venían del Señor, es el mismo que ahora, humilde, pero literalmente, comunica a S. S. León XIII algunas cosas que parecen ser de cierta importancia para la Iglesia 1. Exordio de las cosas más necesarias para la Iglesia. Dice una voz. Se quieren destruir las piedras del santuario; derribar la pared y el antemural y así crear el caos en la ciudad y en la casa de Sión; no lo lograrán, pero causarán mucho daño. Al supremo gobernante de la Iglesia en la tierra corresponde poner remedio, reparar los daños que causan los enemigos. El mal comienza por la falta de obreros evangélicos. Es difícil encontrar levitas en las comodidades; por lo cual búsquense con la máxima solicitud entre el azadón y el martillo, sin mirar edad y condición. Reúnanse y edúquense hasta capacitarlos para dar el fruto que los pueblos esperan. Todo esfuerzo, todo sacrificio hecho con este fin siempre es poco, en comparación con el mal que se puede impedir y el bien que se puede obtener. Los hijos del claustro, que hoy viven dispersos, sean reunidos y, si ya no pueden formar diez casas, indústriense para reconstituir una al menos, pero con toda la observancia regular. Los hijos del siglo, atraídos por la luz de la observancia religiosa, irán a aumentar el número de los hijos de la oración y de la meditación. Las familias religiosas recientes están llamadas por la necesidad de los tiempos. Con la firmeza en la fe, con sus obras materiales deben combatir las ideas de los que sólo ven materia en el hombre. Estos ((**It13.489**)) a menudo desprecian al que reza y al que medita, pero se verán obligados a creer en las obras de las que son testigos oculares. 1 Aquí el copista añadió posteriormente la nota siguiente: <>. (**Es13.419**))
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