((**Es13.414**)((**It13.482**)) -Pues
bien, el Gobierno cumplirá su deber; respondió
secamente el ministro.
->>Y qué entiende usted con la palabra deber?
->>Pero, en resumidas cuentas, de quién ha
recibido usted el encargo de hacerme esta
pregunta?
-No se preocupe por ello, replicó sosegadamente
don Bosco. Necesito una respuesta inmediata. Si el
Gobierno no piensa garantizar al Cónclave plena y
absoluta libertad, es necesario que yo lo sepa en
seguida. Los Cardenales quieren tomar sin demora
una decisión. Ya están establecidas las medidas
para cualquier eventualidad; y el Cónclave se
celebrará en seguida e infaliblemente en Venecia,
en Viena o en Aviñón, según las circunstancias 1.
Pero me permito hacer observar a Vuestra
Excelencia que les interesa que el Papa sea
elegido en Roma. No olviden sus Señorías la ley de
garantías, y que las Potencias europeas están
observando el desarrollo de un hecho que interesa
a todo el mundo.
Crispi mantuvo un rato la actitud de quien
piensa seriamente, después se levantó y tendió la
mano a don Bosco, diciendo:
-Puede usted asegurar de mi parte a los
Cardenales, que el Gobierno respetará y hará que
se respete al Cónclave y que el orden público no
será alterado lo más mínimo.
((**It13.483**)) Dicho
esto, volvió a sentarse y, después de invitar a
don Bosco a hacer lo mismo, siguió diciendo:
->>Así que usted es don Bosco?
Después comenzó a hablar familiarmente de Turín
y del antiguo Oratorio de Valdocco. El había
conocido el Oratorio en 1852, cuando vivía en un
pequeño apartamento de dos o tres habitaciones en
la calle
1 Entre los Cardenales presentes en la Curia
predominaba la opinión de que el Cónclave se debía
celebrar fuera de Roma; en efecto, en la primera
Congregación cardenalicia, el día 8 por la tarde,
teniéndose que decidir sobre el lugar del
Cónclave, de treinta y ocho Purpurados, sólo ocho
votaron por Roma. El mismo cardenal Pecci leyó un
discurso bastante extenso en favor de la salida de
Roma; pero no propuso adónde convenía ir. Pero en
la segunda Congregación, reunida en la tarde del 9
para decidir la determinación del lugar, los
ánimos habían cambiado y treinta y dos votaron por
Roma. El cardenal Pecci opinó, primero, por Malta,
pero después concluyó por Roma (R. DE CESARE, El
Cónclave de León XIII, págs. 157-165. Citt… di
Castello, Lapi, 1888). Por otra parte, en el
primer momento, Crispi, agarrándose al artículo de
la ley de Garantías, se atribuía el derecho de
introducir en el Vaticano a sus oficiales civiles
para vigilar el C_nclave. El artículo decía:
<>. No lo disuadió la enérgica
intervención de Bismarck, a quien convenía para
sus futuros planes que saliese elegido del
Cónclave un Papa de canónica legitimidad
incontrastable. (La Civilt… Cattolica, año 34,
serie XVIII, tomo IX, 1903, cuad. 1264, pág. 392).
(**Es13.414**))
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