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regalo de las candelas de la Purificación de
María. El Papa pronunció con voz clara un
discurso, que concluyó recomendando
encarecidamente la instrucción religiosa de los
niños. En aquella fiesta de la Virgen que señalaba
el septuagésimo quinto aniversario de su primera
comunión, lo mismo en Roma que fuera de la ciudad
acudió un gran número de fieles a la sagrada mesa,
especialmente de jovencitos, animados con el
pensamiento de orar por el Papa. Aquellas
plegarias, de tantas almas buenas y tantos niños
inocentes, tenían que acompañarle a la eternidad.
En la noche del 7 de febrero el mal que hacía
tiempo le atormentaba, se agudizó de improviso.
Por la mañana recibió el Padre Santo los últimos
sacramentos y, al toque del Ave María de la tarde,
el grande y longevo Pontífice se adormeció en el
Señor, precisamente a la hora prevista por don
Bosco el 7 de febrero del año anterior.
El buen Pío IX habló de don Bosco hasta en sus
últimos días. No obstante las intrigas y los
disgustos que no daban tregua a don Bosco, el
Siervo de Dios había preparado en Tor de'Specchi
una reunión el 29 de enero, fiesta de san
Francisco de Sales, en la que dio la primera
conferencia a los Cooperadores salesianos. Asistió
a ella también el Cardenal Vicario, Mónaco
Lavalletta. Pues bien, pocos días después quiso el
Papa que Su Eminencia le diera una detallada
relación de todo y se complació paternalmente de
ello. Y, casi en la víspera de su muerte, volvió a
hablar del Beato con el cardenal Simeoni,
Secretario de Estado y le dijo:
-íDon Bosco es un hombre que hace mucho bien,
es un hombre prodigioso; yo le aprecio y le quiero
mucho! Pero envía a las misiones individuos
demasiado jóvenes y temo, por consiguiente, que
sus misiones acaben como las de los...
Los temores, que el amor inspiraba al Sumo
Pontífice, no se realizaron; pero es justo
advertir que no decía esto por su convicción
personal, sino por las insinuaciones de una
persona, que intentó desacreditar ante él las
misiones salesianas, para que no las favoreciera
tanto. La misma noche de su muerte escribió don
Bosco estas memorables palabras a monseñor Rosaz,
obispo electo de Aosta: <((**It13.478**)) a las
tres y media 1 se extinguía el sumo e incomparable
astro de la Iglesia, Pío IX. Los diarios le darán
los detalles. Roma está consternada
1 Della Rocca, secretario general del
Ministerio de Gobernación, envió a las tres de la
tarde del día 7 un boletín oficial a las
comisiones de gobierno de la Cámara y del Senado,
anunciando que el Padre Santo había fallecido a
las dos. La agencia Stéfani participó a Europa el
falso anuncio gubernativo. Hacia las cuatro, un
segundo edicto fijado en el atrio de Montecitorio,
decía no haberse recibido todavía el aviso oficial
de la muerte del Papa. Don Bosco escribió
ciertamente la carta después de conocer la falsa
noticia.
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