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Así que don Bosco no volvió a ver vivo al
angélico Pío IX.
De aquí se deduce hasta dónde llegaba en Roma
la acción de sus opositores. Pero él tuvo otras
pruebas de ello. El Arzobispo de Sevilla, monseñor
Joaquín Lluch y Garriga, había ido a verle para
pedirle que abriera una casa salesiana en su
diócesis. Don Bosco le contestó que condescendería
a su deseo, si le obtenía de la Sagrada
Congregación de Obispos y Regulares la
comunicación de los privilegios.
-Eso es facilísimo, respondió el Prelado.
-No lo crea tan fácil, replicó don Bosco.
-íYa lo verá! Yo le obtendré en seguida ese
favor.
Se presentó al cardenal Ferrieri y le habló de
ello como quien está seguro de su éxito. Pero el
Prefecto de la Sagrada Congregación le cortó la
palabra con un - íNo! - muy seco y, sin decir
más, le volvió las espaldas. El mismo Cardenal
había ya dicho a Su Santidad:
-íSi quieren conceder los privilegios a don
Bosco, aguarden a que yo muera!
La imposibilidad de hablar directamente con el
Cardenal ((**It13.475**))
Prefecto agravaba cada día más la situación del
Siervo de Dios, que, aun sin esperar el juicio
eficaz sobre toda la controversia, necesitaba
urgentemente evitar algunos daños. El reciente
calendario diocesano de Turín contenía
disposiciones nuevas y remachaba otras anteriores,
que violaban la autonomía legítima de la
Congregación; algún hecho reciente difamaba a los
salesianos ante el clero de la archidiócesis;
hacía seis meses que duraba la irregular e
incómoda suspensión de don José Lazzero; quedaban
siempre en pleno vigor las cartas episcopales que
conminaban la suspensión al mismo don Bosco. Por
todos estos motivos, el Beato, no teniendo mejor
partido que tomar, envió a monseñor Bianchi,
arzobispo de Mira y secretario de la Sagrada
Congregación, que estaba de su parte, una memoria
o súplica acompañada con los oportunos documentos.
Excelencia Rvma.:
Con verdadero pesar tengo que notificar a V. E.
Rvma. que el señor Arzobispo de Turín no desiste
de las disposiciones que, aunque onerosas para
todas las corporaciones religiosas, lo son en
medida excepcional para la Congregación Salesiana.
La Santa Sede prohibió a este prelado divulgar
nada referente a nuestras actuales controversias.
Monseñor Gastaldi recurrió a publicaciones
oficiales como el Calendario litúrgico y las
pastorales.
En el de este año aprueba las advertencias y
decretos de años pasados y añade otros nuevos.
Quiere entrar en la administración interior de las
casas religiosas y, por consiguiente, turbar la
preciosa autonomía, que liga a éstas con la Santa
Sede, que las aprobó y de la que deben depender
directamente. Adjunto copia auténtica de estas
Observaciones y Decretos.
(**Es13.408**))
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