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y cargado con el gobierno de una parroquia con muy
numerosa feligresía, quería ejercer en ella una
injerencia que resultaba embarazosa. Por esto el
Arzobispo había llamado la atención a don Bosco en
su carta, diciéndole:
<((**It13.457**)) con
don Juan Usuelli... si quiere asegurarse una buena
marcha del colegio que le ofrece>>. Pero los
pactos claros no fueron posibles; por eso, el
Beato trató una vez más el asunto con su Capítulo,
a su regreso de Roma, y, muy a pesar suyo, tuvo
que renunciar, en aquella ocasión, de ir a Milán,
como se deseaba.
También en 1877, tuvo don Bosco entre manos
diversos asuntos en el Oratorio: uno de ellos se
refería a las escuelas, otro a los talleres y dos
al plan de urbanización del establecimiento.
Una orden expresa del Delegado Provincial de
Enseñanza fue causa de que temiera que las
autoridades escolásticas pusieran dificultades al
bachillerato del Oratorio, exigiendo que todo el
profesorado tuviese título legal. Entre
doctorados, licenciados y habilitados el número de
diplomados en la Congregación ya era notable; pero
resultaba escasamente suficiente para cubrir los
puestos en los colegios. En la siguiente carta,
dirigida al comendador Barberis, antiguo
condiscípulo de don Bosco y a la sazón Delegado
central de Instrucción Pública en Roma, vemos cómo
se las arreglaba él en el Oratorio y qué hacía
para conjurar el peligro.
Queridísimo amigo:
Acudo a nuestra antigua amistad para
encomendarme en un asunto en el que tú puedes
favorecerme. Hasta el presente, la autoridad
escolástica nos ha dejado tranquilos en cuanto a
los estudios que siguen nuestros pobres muchachos
internados en la casa de Valdocco, por tratarse de
maestros que enseñaban gratuitamente a pobres.
Este año nos ha avisado el Delegado que, para el
15 de este mes (octubre), quiere en cada clase un
profesor debidamente titulado.
Yo no puedo poner inmediatamente tales
profesores, porque, además, no podría pagarlos. En
consecuencia, elevé una instancia al señor
Ministro, Coppino, para que se dignara autorizar
por un trienio a los actuales docentes y, en este
lapso de tiempo, resolver la situación.
Parece que el señor Ministro aceptó
benévolamente la súplica, pero dijo que se
remitiría al consejo escolástico superior, que tú
presides.
Hazme, pues, esta caridad, o mejor, haz esta
caridad a los muchachos pobres de esta casa, di
una palabra en nuestro favor y tendrás muchos
agradecidos que rezarán por tu felicidad y la de
tu familia.
((**It13.458**)) Me
harás un nuevo favor, si tienes la bondad de
hacerme escribir unas líneas para mi norma.
(**Es13.394**))
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