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((**Es13.387**) Escribo, mientras tanto, a don José Scappini diciéndole que pregunte al Alcalde de Lanzo si, con aquella acta, se entiende que ha terminado nuestro convenio, o si siguen las cosas como están, hasta el tiempo convenido, y puesto que este ano cesa el convenio habrá que indemnizar a la parte por el fruto que no percibe y el daño que acarrea la disminución inesperada del tiempo convenido. Recibidas estas aclaraciones de transacción de avenencia y según el consejo del Abogado, daremos la respuesta normal. Lo nuestro marcha bien, enredos, largas molestias, pero también muy útiles. Silencio, oración, ningún temor, escríbeme lo que sabes. Saluda a todos en el Señor y Dios nos bendiga a todos. >>Qué hace la señora Clara? Créeme. (Sin fecha) Tu afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro P. D. Aquí tienes la carta de don Luis Lasagna, léala don Juan Cagliero y se las arregle, de acuerdo con don Juan Bonetti, para que pueda salir para febrero. Que sigas bien, escribiré pronto. Pero a continuación abandonó la idea de pedir excepciones, sobre todo después de haber obtenido seguir allí todavía un año más del límite impuesto por la Provincia. Caducado aquel término, renunció a todo derecho, abandonó también la idea de la compra y, en septiembre de 1879, se retiró del antiguo convento, ((**It13.449**)) trasladó las escuelas elementales al edificio contiguo, que ya había mandado él construir para el internado y para el bachillerato privado. Para el nuevo curso escolar 1877-78, don Bosco deseaba que se mejorara la condición de sus hijos en Albano del Lazio. Su vivienda, incómoda por diversos conceptos, distaba demasiado de las escuelas: el recorrer cuatro veces al día aquel trecho, sobre todo en invierno, no era nada agradable. Además, el sueldo no cubría las necesidades de la vida, más aún al haber tenido que aumentar el número convenido de hermanos. Los recomendó, pues, a un mismo tiempo, al Vicario General y al Alcalde, para que pusieran remedio: el primero, haciendo valer su influencia ante los interesados y el otro, haciendo uso de su autoridad. Don Bosco no podía considerar estable la situación en que allí se encontraban entonces los salesianos: la admitía sólo como transitoria, hasta llegar a abrir en Albano un colegio suyo; a ello le movía la insistencia de muchos empleados del Norte de Italia, que, por haber pasado a Roma con el traslado de la capital, confiarían muy a gusto sus hijos a los salesianos. Pero hay que añadir que no todos los de (**Es13.387**))
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