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((**Es13.380**) La última formalidad para la puesta en marcha del curso fue la lectura solemne del Reglamento. Se hizo por la tarde de los días 5 y 6 de noviembre, en el salón de estudio. Estuvieron presentes todos los Superiores. El reglamento, que acababa de imprimirse, y estaba destinado no sólo al Oratorio, sino también a los demás colegios, le había costado a don Bosco largas horas de reflexión durante el verano. En las conferencias que se celebraban por la fiesta de san Francisco de Sales había dado a leer a los Directores las partes que se referían al personal; quiso después que don Miguel Rúa lo repasara todo de cabo a cabo y que don Julio Barberis examinara atentamente los artículos referentes a la disciplina, inspirándose en principios sobre los que ya habían hablado varias veces. Después lo volvió a repasar él mismo, ponderando cada palabra y llenando sus páginas de correcciones. Por fin, don José Vespignani sacó la copia definitiva en el despacho de don Miguel Rúa. Se imprimió rápidamente, y se envió en el mes de noviembre a todas las casas. Hízose una segunda edición en 1899, sin ninguna variación. En las ediciones de 1906 y 1920 se añadieron al antiguo texto algunas partes nuevas, elaboradas en los Capítulos Generales, pero en esta ampliación se respetó el texto primitivo que, salvo pocas y ligeras modificaciones de forma, quedó intacto, de modo que todavía se pueden descubrir fácilmente en su estilo las maneras de don Bosco. Escribe don José Vespignani 1: <>. Invitaciones a comer Ya ha escrito Lemoyne abundantemente sobre las invitaciones para comer, que el Beato recibía y aceptaba; pero es muy poco lo que se sabe al propósito, del tiempo en que nos movemos; apenas si hay dos o tres cositas que, sin embargo, no omitiremos. Don Bosco tenía familiaridad con la acomodada y caritativa ((**It13.442**)) familia Ruggieri de Turín, en la que era una fiesta para todos cada vez que podían tenerle con ellos a la mesa. Una vez que murieron los padres, cesaron las invitaciones y cesaron también sus visitas; pero el hijo abogado, José, hubiera deseado continuar con él las antiguas relaciones. Por eso, en mayo de 1877, rogó le concediera la satisfacción y el honor de tenerle un día en su casa a comer, como en tiempo de sus padres. Renovóle la invitación un día que iba por la calle con su 1 L.c.,pág. 47. (**Es13.380**))
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