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((**Es13.379**) Procuremos ponernos en gracia de Dios, si por desgracia la hubiésemos perdido; así estaremos siempre seguros de nuestra suerte. íCuántos se levantaron por la mañana sanos y alegres y a la noche se fueron a cenar con <>, director del Cementerio! 1. Estemos ((**It13.440**)) preparados, de modo que, aun cuando nos sucediese a nosotros algo semejante, no tengamos nada que temer. Nos viene al pelo la oportunidad de la fiesta de Todos los Santos para hacer una revisión de la propia conciencia, y para que os podáis preparar bien, se ha pensado hacer un triduo con una platiquita por la tarde. Procurad cumplir lo que en ellas se os diga. Lo que yo os sugiero en estos días, dedicados por la Iglesia a las almas de los difuntos, es que procuréis sufragarlas de todas las maneras. Los que puedan comulgar, que lo hagan. Y rezad todos, rezad mucho y aplicad a las almas del purgatorio especialmente las indulgencias que ganáis, que es la mejor manera de sufragarlas. Tened con ellas esta caridad, particularmente con las de vuestros parientes difuntos, que todos tenéis más o menos próximos. Estas oraciones, este bien que haréis a las almas de los difuntos, en realidad, es un bien que os hacéis a vosotros mismos, pues resulta como el alimento que se mete en la boca, la cual lo paladea y lo gusta, pero en realidad sirve para alimentar a la misma mano que lo presenta, a la misma persona que lo toma. Os recomiendo, pues, que paséis bien estos días, dando un repaso a vuestra conciencia y ofreciendo todo el bien que hagáis en favor de las almas del purgatorio. Así, cuando nos presentemos en la eternidad, nos encontraremos preparadas muchas obras buenas nuestras, que nos preservarán de las llamas del purgatorio y nos abrirán las puertas del paraíso. Buenas noches. Los muchachos pusieron en orden su conciencia durante el triduo, y reanudaron serenamente sus estudios. La casa estaba abarrotada de alumnos. El número de los matriculados superaba con mucho la medida. Como ya no se sabía dónde colocar a los que continuamente llegaban, se enviaron a Lanzo los misioneros, para que dejasen espacio libre. Además de los muchachos, habían ingresado como aspirantes muchos adultos seglares y eclesiásticos, <> dice la crónica, los cuales aumentaban la incomodidad y ellos mismos estaban a disgusto. Pero éstos, hombres de toda clase, abogados, profesores, maestros elementales, oficiales del ejército y de la marina, ferroviarios, simples sacerdotes, párrocos, canónigos, cuando vieron de cerca los sacrificios que les aguardaban en la vida con que habían soñado, casi todos se retiraron. Se procedió a la división del trabajo. La llegada de don Juan Bonetti al Oratorio y la presencia de don Juan Cagliero habían dado esperanzas a los demás superiores de algún alivio en sus ((**It13.441**)) tareas; pero, con el crecimiento de la Congregación, aumentaban los quehaceres de día en día, y la sobrecarga no disminuyó. 1 Debía llamarse <> el capellán verdadero del cementerio, o ser un nombre imaginario con el que se señalaba al capellán director del camposanto. (N. del T.) (**Es13.379**))
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