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embargo, el año pasado, mientras yo decía desde
este lugar las mismas palabras, había algunos que
tenían esta intención y se la guardaron y se
marcharon fuera hace pocos meses. Esperemos que
este año no se repita el caso.
Y los que tienen buena voluntad, no se asusten,
porque hacen los votos perpetuos, temiendo que, si
viniese alguna grave necesidad, no podrán salir de
la Congregación; porque, si hubiese graves
motivos, el Superior puede también dispensarlos de
estos votos...
26 de septiembre. Palabras después de la
emisión de los votos: consuelos del religioso en
la vida y en la muerte. Si alguno de los que están
en la calle hubiese estado presente en la función
que acabamos de celebrar, habría razonado así:
estos jovencitos, todavía en la flor de la edad,
podrían gozar los placeres, aspirar a la gloria
del mundo, en cambio, se retiran como locos a un
claustro, dejan neciamente las delicias que
podrían disfrutar. Y nos calificaría dignos de
lástima. Por el contrario, nosotros, que pensamos
más en nuestros intereses, razonamos así: si no
dejamos ahora estas cosas materiales, las
deberemos dejar un día, con la diferencia de que
si las dejamos ahora, las tendremos compensadas
con el ciento por uno en esta tierra y con la
felicidad en el cielo. El Señor concede este
céntuplo de muchas maneras. Primero, con la
alegría del corazón... También estando en la
Congregación, abandonando completamente el mundo,
se adquiere gloria. íCuánta alcanzaron san Vicente
de Paúl, san Sebastián Valfré, san Carlos Borromeo
y muchos otros! Pero, aun con respecto a las cosas
materiales, tampoco le faltan en esta tierra. A
pesar de nuestra pobreza, tenemos todo lo
necesario. Hemos dejado unos hermanos y hemos
adquirido otros muchos mejores, que nos ayudan y
nos consolarán en el momento de la muerte. Aquí,
si uno cae enfermo, se organizan en seguida
oraciones especiales por él en las plegarias de la
mañana y de la noche; otros hacen visitas a la
iglesia por él. Si llega el trance de muerte, se
reúnen casi todos ante el Santísimo Sacramento y
encomiendan su alma. En el mundo, por el
contrario, ve el enfermo a su alrededor una
multitud de parientes y amigos que no aguardan
otra cosa más que la posesión de sus pobres
enseres; y aquí están los testigos, allí el
notario, mientras el pobre sacerdote tiene que
estar en un rincón y guardar muchas
consideraciones. Y cuando el sacerdote intenta
acercarse a la cama, se adelanta un primo del
moribundo diciéndole:
-íPadre, haga el favor de recomendarme para que
también a mí me deje algo en herencia, y no lo
deje todo a Fulano!
Y en medio de este alboroto de cosas
temporales, >>qué será del alma del pobre
moribundo?
En cambio, en la Congregación no se tiene
ninguna preocupación por las cosas temporales. Si
uno cae enfermo, otros trabajan por él y lo
mantienen. Si está sano, trabaja, hace lo que los
otros han hecho por él. Si llega a punto de
muerte, no tiene ninguna preocupación por las
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míseras cosas de esta tierra, porque ya las ha
dejado todas y muere rodeado de sus queridos
hermanos, que rezan por él; y, aun después de su
muerte, se acuerdan de él, y por años y siglos,
mientras dure la Congregación, no se perderá su
recuerdo.
En cambio, apenas muere uno en el mundo, los
demás se apoderan de todo lo que tenía y uno se
queja de haber recibido poco, otro critica su
testamento; otro, dueño de la casa que él
habitaba, toma posesión, entra dentro y dice:
-Aquí estaba el bueno de Fulano, requiescat in
pace, y salud para nosotros. >>Y dónde está aquel
bonito reloj que él tenía? >>Dónde puso aquel
precioso traje nuevo? No querría que se perdiese.
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