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la circunstancia para alegrar al auditorio y
preparar el camino de lo que quería decir.
Aquí hay una cartita... con una moneda de oro
de cinco céntimos (risas). íY cuántas faltas de
ortografía! (risas). Y, como está prohibido tener
dinero, así ninguno vendrá a reclamarlo
(poniéndose la moneda en el bolsillo) y servirá
para pagar las deudas del Oratorio (risas) y para
que todos estéis alegres el día de María
Auxiliadora.
Estamos en la fiesta de Pentecostés, en la
novena de María Santísima Auxiliadora. Durante
este mes, se obtienen cada día muchas gracias de
la Virgen. Unas veces son personas que vienen aquí
a esta nuestra iglesia a pedir favores o a
agradecer los recibidos; otras, llegan cartas de
lejos con relatos de sucesos admirables,
atribuidos a la invocación de nuestra buena Madre,
y que expresan la gratitud de los agraciados.
Pero las gracias más grandes son las que no se
conocen. íCuántas y cuántas personas hay que, por
intercesión de María Santísima, pudieron ordenar
los asuntos de su alma! Y, sin ir más lejos, aquí
en nuestra casa son innumerables las gracias
obtenidas y que se van obteniendo por muchos
jóvenes, que invocaron a María con el título de
Auxilium Christianorum, y obtuvieron gracias
espirituales. Uno logró perder una mala costumbre,
otro adquirió una virtud difícil de practicar...
Os recomiendo, pues, por cuanto sé y puedo, que
invoquéis todos a María Santísima en esta novena.
Esta Madre piadosa concede fácilmente las gracias
que necesitamos, y sobre todo las espirituales.
Ella es poderosísima en el Cielo y cualquier
gracia que pida a su Divino Hijo, le es concedida
al instante. La Iglesia nos da a conocer el poder
y la benignidad de María con aquel himno que
empieza: Si coeli quaeris ianuas, Mariae nomen
invoca. (Si buscas las puertas del cielo, invoca
el nombre de María). Si, para entrar en el cielo,
basta invocar el nombre de María, preciso es decir
también que Ella es poderosa. Su nombre es
representado como puerta del cielo, y todos los
que quieren entra en él deben encomendarse a
María.
Recurramos nosotros a Ella, especialmente para
que nos ayude en el momento de la muerte. La
Iglesia, en efecto, dice en otro lugar que María,
por sí sola, es terrible como un ejército ordenado
para la batalla, que lucha contra los enemigos de
nuestra alma. Aunque, en el sentido literal de la
Sagrada Escritura, estas palabras se refieren a
los enemigos de la Iglesia, sin embargo el
espíritu de la Iglesia misma las refiere también a
nuestros enemigos particulares en las cosas del
alma. Sólo al oír el nombre de María, se dan a la
fuga los demonios. Por eso, es llamada Auxilium
Christianorum, Auxilio de los Cristianos, lo mismo
contra los enemigos exteriores que contra los
enemigos interiores.
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Nosotros principalmente debemos encomendarnos a
Ella, nosotros que celebramos su fiesta de manera
particular como nuestra propia fiesta, aun cuando
sea fiesta de la Iglesia universal. Por este
motivo os recomiendo cuanto sé y puedo, y deseo
que mi consejo quede grabado en vuestra mente y en
vuestro corazón; invocad siempre el nombre de
María, especialmente con la jaculatoria: Mariá
Auxilium Christianorum, ora pro nobis. Es una
oración breve y muy eficaz, según lo dice la
experiencia. La he aconsejado a muchos y todos, o
casi todos, me dijeron que habían obtenido
estupendos resultados. Otros me aseguraron lo
mismo, aunque nadie se lo había aconsejado, sino
que habían adquirido el habito de rezarla por sí
mismos.
Todos nosotros tenemos nuestras debilidades, y,
por eso, todos necesitamos auxilio. Por tanto,
cuando querais obtener una gracia espiritual,
tomad la costumbre de rezar, de vez en cuando,
esta jaculatoria. Es una gracia espiritual verse
libre de tentaciones,
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