((**Es13.351**)
medio para elevar la piedad en una población,
valerse de estas buenas mujeres. Lo que las hace
algo pesadas suele ser la ignorancia y un excesivo
temor, pero, en general, son almas inocentes que
pasan años enteros sin cometer pecado, no digo
mortal, sino ni siquiera venial deliberado. Si se
ven contrariadas, ya no se atreven a acercarse,
hablan con las amigas y vecinas, van de un lado
para otro, siempre con ese descontento en el alma,
y enfrían n poco a todos en la devoción. Recuerdo
que el párroco de Castelnuovo, al principio, tanto
en privado como desde el púlpito, hablaba mal de
las beatucas, diciendo que hacían perder el
tiempo, que podían explicarse mejor con menos
palabras, etc. Pues bien, no había nadie que
quisiese confesarse con él y los feligreses le
dejaban, prefiriendo confesarse con uno de sus
coadjutores. Se lamentó un día de ello conmigo. Yo
no hice más que recordarle el consejo de don José
Cafasso, invitándolo a no hablar más de aquella
forma, sino que dijese que acudieran a confesarse
mucho y que se las confiesa siempre de buena gana;
pero después tratar especialmente bien en el
confesonario a estas mujeres, tener con ellas
mucha dulzura y paciencia, encargarlas también de
llevar a otras a confesarse. Hízolo así el párroco
y, al poco tiempo, todo el pueblo se confesaba con
él y aumentaron las comuniones.
En cuanto a las confesiones de los muchachos
observó:
-Vienen, dijo, a veces a confesarse ciertos
muchachos que no dicen nada y, si se les pregunta,
no responden. Conviene recibir a estos tales por
delante y no por la rejilla, así se les puede
((**It13.406**)) hacer
hablar con más facilidad. Ayuda mucho en
semejantes casos tener su cabeza entre nuestras
manos, y así no pueden mirar a uno y otro lado. De
esta manera se someten a decirlo todo. Pero, desde
el principio, conviene tener con ellos mucha,
muchísima paciencia, y seguir haciendo diversas
preguntas, para que empiecen a despegar los
labios. Me sucedió encontrarme algunos, a los que
parecía imposible sacar una palabra, y lo logré
con un extrañísimo expediente. Al no obtener
respuesta a ninguna de mis interrogaciones, les
preguntaba:
->>Has desayunado esta mañana? Sí. >>Tienes
buen apetito? Sí. Y cuántos hermanos sois en
casa?... Una vez que comenzaban a contestar,
seguían haciéndolo también cuando pasaba a hacer
preguntas más serias.
Fiestas
La fiesta mayor del Oratorio era y sigue siendo
la del 24 de mayo. Para la novena y la solemnidad
se repartieron abundantes ejemplares
(**Es13.351**))
<Anterior: 13. 350><Siguiente: 13. 352>