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((**Es13.345**) conoce un cabecilla, se comienza por expulsarle; después de un tiempo, otro; y luego, otro. En cuanto falta quien podría sembrar cizaña y se engendra el miedo en quien ve estas decisiones rápidas, imprevistas y sin muchas palabras, se restablece perfectamente la moralidad en casa... En quitando de la comunidad las murmuraciones y la parcialidades, se goza de paz perfecta. Al día siguiente, después de la comida, paseaba con él don Julio Barberis, cuando saltó a la conversación el nombre de alguno de la casa que se dejaba arrastrar un poco por la gula. <>. El Beato dijo: -íAtención y seguidle! Cuando uno se deja dominar por este vicio, no hay resolución, ni propósito que valga: es demasiado difícil la enmienda. Y junto con la gula vienen después, como consecuencia, otras desdichas. Dice san Jerónimo que vino y castidad no pueden estar juntos. Contó, después, algunos sucesos de sus tiempos en el seminario y en la Residencia Sacerdotal con don José Cafasso y con el teólogo Luis Guala, los cuales repetían a menudo de quien ya se había dejado vencer por el vino: -Incluso si hicieran milagros, no creáis todavía que se han vencido, al cabo de un tiempo recaerán. El Siervo de Dios temía todo principio de abuso en esta materia. Por la fiesta de María Auxiliadora, había en el Oratorio la feria de libros, y se preparaba, además, un tenderete de refrescos, del que se servían los muchachos, y donde pagaban los internos con ((**It13.399**)) bonos ad hoc 1, y los de los otros colegios con dinero. Estaban también los clérigos novicios y estudiantes en el Oratorio: el 1877 el Capítulo Superior determinó que ellos no pasaran por el puesto de refrescos y que se avisase en público, de modo que lo oyeran también los muchachos. Entonces alguien preguntó a don Bosco si, para evitar descontentos, no sería del caso repartir a los clérigos, fuera de las comidas en el comedor, alguna bebida. El Beato contestó que no, igual que otra vez, cuando había contestado negativamente a quien le pedía que se entregasen a los profesos unas monedas, con las que pudiesen comprarse algo en la feria. -Lo que les es necesario, observó, se les da sin más en toda 1 Véase, volumen XI, pág. 209. (**Es13.345**))
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