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Antes de que los ya dichos cuidados mayores
absorbieran los menores, es más, casi la víspera,
un acto de don Bosco cerró, por así decirlo, el
ciclo de vicisitudes que se sucedieron en la fase
que acabamos de trazar del todavía largo
altercado. Mientras él, de viaje hacia Roma, se
apeaba en La Spezia y visitaba la casa, abierta
pocos días antes, por deseo de Pío IX, llegó al
Oratorio a su nombre esta comunicación:
Reverendo Señor:
Han llegado, a esta Sagrada Congregación de
Obispos y Regulares, los papeles y documentos
pedidos 1 y por orden recibida de N. S. serán
sometidos a serio examen. Mientras tanto, he de
advertirle que esta Sagrada Congregación interesa
vivamente a su fe y prudencia para impedir que
todos los miembros y cooperadores de la
Congregación Salesiana dependientes de usted, aun
indirectamente, den a la imprenta o publiquen
otros escritos de cualquier clase, relativos a las
desavenencias promovidas con el Rvmo. Arzobispo de
Turín. Y en la seguridad de que se atendrá a
cuanto más arriba le significo, le auguro todo
bien
A la orden de V. S.
Roma, 21 de diciembre de 1877.
S.
Card. FERRIERI, Prefecto
A. Arzobispo de Mira.
((**It13.393**)) Se le
reexpidió la carta a Roma, y le ofreció la
oportunidad de recoger los hilos de la
controversia en una relación para el cardenal
Ferrieri, que concisamente nos presenta el origen,
el desarrollo y las consecuencias.
Eminencia Rvma.:
Hace pocos días, cuando tuve el alto honor de
recibir la audiencia de V. E. Rvma., olvidé
agradecerle vivamente la carta, que se dignó
escribirme y la benévola manera con que me
recomendaba evitar toda publicación en lo
referente a la controversia entre la Congregación
Salesiana y el señor Arzobispo de Turín.
Puedo, por tanto, asegurar a V. E. que, ni al
presente ni en el pasado, ni por mí, ni por
ninguno de los que de mí dependen, jamás se
publicó, en modo alguno, nada que pudiese
interpretarse desfavorablemente a nuestro
veneradísimo Arzobispo Ordinario.
Tendré que observar esto cada vez más
escrupulosamente, después de este sabio consejo,
especialmente desde las reclamaciones que fueron
elevadas al Supremo Tribunal de la Santa Sede, al
que los católicos de toda condición deben
someterse respetuosamente; es más, alegrarse de
cualquier juicio que pronuncie este infalible
tribunal.
íOjalá hubiese querido el Señor que fuera ésta
la conducta mantenida por estro dicho Arzobispo!
Las cosas no se habrían enredado tanto, como por
desgracia se encuentran hoy día.
1 La lista documentada de los favores y
privilegios obtenidos de la Santa Sede.
(**Es13.340**))
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