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((**Es13.335**) la conveniencia de enviar al Arzobispo la protesta, resultó con la mínima mayoría de un solo voto. Firmaron únicamente el Vicario General Zappata, que presidía, y el canónigo Pelletta, como secretario capitular. Habían creído los canónigos que habían hecho un acto privado; ícuál no fue, por tanto, la sorpresa de la mayoría al ver publicada la protesta en el Emporio Popolare del día 20! 1. Esta publicación fue la chispa que causó el incendio. El impreso anónimo, conocido hasta entonces por muy pocos, fue rebuscado, leído y convertido en blanco de los comentarios de los diarios de todos los colores, en los que se insinuaba que el escrito en cuestión había salido de la pluma de un salesiano 2. Algunos jóvenes que habían estado en el Oratorio, querían que se contestase y se defendiese a don Bosco en la prensa, dispuestos a dar su firma; pero se les hizo desistir de su intento. Algunos párrocos, en el caso de que se celebrase un acto público que pudiera dejar en mal lugar a don Bosco, habían determinado firmar una súplica a Su Santidad, invocando su intervención. El canónigo Chiuso lanzó sus censuras contra la Unidad Católica, que no había publicado la protesta capitular; pero el teólogo Margotti envió al abate Scolari para contestar: ((**It13.387**)) 1.°, que no publicaría ninguna protesta, porque con ello aumentaría el escándalo; 2.°, que el Padre Santo leía o se hacía leer diariamente L'Unit… Cattolica, y, por tanto, no quería entristecerlo, a su edad, con semejantes narraciones. El canónigo Soldati había hecho firmar una alocución a los seminaristas y otra a unos pocos sacerdotes del Santuario de la Consolación con la intención de publicarlas; pero no se atrevió por miedo a quedarse solo 3. El teólogo Tresso, vicario de Lanzo, fue llamado ad audiendum verbum, porque se le acusaba de ser el Vicario, a quien había sido enviada la carta anónima. Paró estupendamente el golpe, pero, solicitado para hacer firmar a los sacerdotes de su jurisdicción una declaración, se zafó bonitamente. En fin, la cuestión levantaba ruido por todas partes. Reanudemos ahora la crónica de las reuniones para concertar criterios. El 17 de diciembre se reunieron de nuevo los canónigos. Se propuso firmar una instancia al Papa, pidiéndole que condenara a don Bosco y a la Congregación Salesiana. La mayoría no quiso darse por enterada de ello. Nació de ahí una ligera discusión, que duró mucho tiempo. Por fin, se acordó enviar una carta de felicitación al Padre Santo, rogándole se dignase adelantar una palabra de paz entre el 1 Carta de don Miguel Rúa a don Bosco, Turín, 6 de enero de 1878. 2 Véase Apéndice, doc. n.° 30. 3 Carta de don Juan Anfossi a don Joaquín Berto, diciembre de 1877. (**Es13.335**))
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