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la conveniencia de enviar al Arzobispo la
protesta, resultó con la mínima mayoría de un solo
voto. Firmaron únicamente el Vicario General
Zappata, que presidía, y el canónigo Pelletta,
como secretario capitular. Habían creído los
canónigos que habían hecho un acto privado; ícuál
no fue, por tanto, la sorpresa de la mayoría al
ver publicada la protesta en el Emporio Popolare
del día 20! 1.
Esta publicación fue la chispa que causó el
incendio. El impreso anónimo, conocido hasta
entonces por muy pocos, fue rebuscado, leído y
convertido en blanco de los comentarios de los
diarios de todos los colores, en los que se
insinuaba que el escrito en cuestión había salido
de la pluma de un salesiano 2. Algunos jóvenes que
habían estado en el Oratorio, querían que se
contestase y se defendiese a don Bosco en la
prensa, dispuestos a dar su firma; pero se les
hizo desistir de su intento. Algunos párrocos, en
el caso de que se celebrase un acto público que
pudiera dejar en mal lugar a don Bosco, habían
determinado firmar una súplica a Su Santidad,
invocando su intervención. El canónigo Chiuso
lanzó sus censuras contra la Unidad Católica, que
no había publicado la protesta capitular; pero el
teólogo Margotti envió al abate Scolari para
contestar: ((**It13.387**)) 1.°,
que no publicaría ninguna protesta, porque con
ello aumentaría el escándalo; 2.°, que el Padre
Santo leía o se hacía leer diariamente L'Unit…
Cattolica, y, por tanto, no quería entristecerlo,
a su edad, con semejantes narraciones. El canónigo
Soldati había hecho firmar una alocución a los
seminaristas y otra a unos pocos sacerdotes del
Santuario de la Consolación con la intención de
publicarlas; pero no se atrevió por miedo a
quedarse solo 3. El teólogo Tresso, vicario de
Lanzo, fue llamado ad audiendum verbum, porque se
le acusaba de ser el Vicario, a quien había sido
enviada la carta anónima. Paró estupendamente el
golpe, pero, solicitado para hacer firmar a los
sacerdotes de su jurisdicción una declaración, se
zafó bonitamente. En fin, la cuestión levantaba
ruido por todas partes.
Reanudemos ahora la crónica de las reuniones
para concertar criterios. El 17 de diciembre se
reunieron de nuevo los canónigos. Se propuso
firmar una instancia al Papa, pidiéndole que
condenara a don Bosco y a la Congregación
Salesiana. La mayoría no quiso darse por enterada
de ello. Nació de ahí una ligera discusión, que
duró mucho tiempo. Por fin, se acordó enviar una
carta de felicitación al Padre Santo, rogándole se
dignase adelantar una palabra de paz entre el
1 Carta de don Miguel Rúa a don Bosco, Turín, 6
de enero de 1878.
2 Véase Apéndice, doc. n.° 30.
3 Carta de don Juan Anfossi a don Joaquín
Berto, diciembre de 1877.
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