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a la que se niegan las sagradas órdenes a unos, la
facultad de predicar a otros, la de confesar y aun
de celebrar misa a algunos, me ponen en la
necesidad de acudir al legítimo y absoluto
Superior para que me dé instrucciones y consejos.
Si, por acaso, puede usted ver todavía a S. E.
el señor Arzobispo le ruego le asegure que yo no
voy para acusar, sino únicamente para contestar a
las reclamaciones que su misma Excelencia ha
juzgado tener que hacer a la Augusta Persona de Su
Santidad.
Le agradezco especialmente la molestia que se
ha dignado tomarse para esta pobre Congregación,
que no dejará de pedir a Dios ((**It13.383**)) que
derrame copiosas bendiciones sobre usted y sobre
toda su familia.
Usted fue siempre un insigne bienhechor
nuestro; siga dispensándonos su benevolencia,
especialmente rezando para que la misericordia de
Dios nos ayude a apartar los obstáculos que se
oponen a la salvación de las almas.
Con profunda gratitud tengo el alto honor de
poderme profesar.
Turín, 17 de diciembre de 1877.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
El ilustre patricio turinés ya no había podido
conferenciar con don Bosco sobre el resultado de
su mediación; pero el Beato, que necesitaba una
relación por escrito, hizo que se lo pidieran y
obtuvo la siguiente respuesta:
Muy Rvdo. y venerado don Bosco:
Después de las conversaciones que sostuve con
V. S. Rvda., en torno a las desagradables
desaveniencias con el señor Arzobispo y
especialmente sobre la carta anónima del
Cooperador Salesiano, fui a ver a S. E., después
de pedirle la hora más cómoda para recibirme.
Expuse el resumen de nuestra conversación, y el
vivo deseo de don Bosco de estar en armonía con su
Superior eclesiástico, con quien le unían tantos
recuerdos, que él no podía dejar de ver las graves
consecuencias que podían seguirse para su
Congregación de esta disensión, y también el
doloroso efecto en la opinión pública.
Después de esto, presenté a Monseñor el
proyectado artículo destinado a ser publicado en
la Unit…, añadiendo que yo tenía plena confianza
en que el teólogo Margotti se apresuraría a
publicarlo.
El Arzobispo leyó una y otra vez el proyectado
artículo, después me dijo: -Don Bosco hubiera
debido adoptar la fórmula muy breve que hace días
le había transmitido yo, sin necesidad de
extenderse en esta larga declaración. Aquí se
desdice la forma del escrito anónimo, tachándolo
de indecoroso e inconveniente, pero no se condena
la sustancia de los hechos imputados; aquí don
Bosco no menciona la desaprobación de sus
dependientes.
Entonces le dije a Monseñor que, puesto que él
me había autorizado para tomar parte en esta
discusión, me permitiese hablar con libertad.
Que yo veía, en el propuesto artículo, una
desaprobación suficiente y que una declaración
como ésta, hecha por el Superior, debía extenderse
a todos sus dependientes de la Congregación.
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