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También el párroco de Rivara había escrito; pero
su carta se extravió. Por eso el 26 de diciembre
volvió a escribir a don Bosco:
...El celosísimo sacerdote Rocca, rogado por mí
que aceptara el panegírico en honor de san Juan,
titular de la parroquia, sin parar mientes en
aquel momento en lo que tenemos dispuesto en
nuestro añalejo, aceptó; pero, avisado por un
compañero mío, que había visto la aceptación,
escribí en seguida a la Curia Arzobispal pidiendo
la autorización impuesta, que no pude obtener.
Dicho sacerdote fue de nuevo a Rivara para pasar
algunos días en compañía de sus piadosos padres, y
al enterarse él mismo de lo dispuesto en el
añalejo, no me pidió siquiera celebrar la santa
misa. Aquí tiene usted el hecho exacto.
Librémonos ya de este enojoso asunto con la
última observación. El altar del oratorio privado
de don Angel Rocca era antiguo, decente y
totalmente de acuerdo con las rúbricas. Aunque no
le faltaba nada de lo necesario, sin embargo, ya
ninguno hacía caso de él. Don Angel Rocca le
devolvió su honor volviendo a celebrar en él la
misa, después de quién sabe cuántos años que
ninguno lo había hecho 1.
La madeja ya bastante enredada, se enmarañó
todavía más. En los primeros días de diciembre,
editada por la tipografía Camilla y Bartolero,
apareció una Carta sobre el Arzobispo de Turín y
la Congregación de San Francisco de Sales. El
subtítulo Algo de luz indicaba su fin, que era el
de ilustrar a los lectores sobre el opúsculo
anónimo del mes de febrero. También éste era
anónimo y consistía en una carta dirigida a un
Vicario anónimo; en el lugar de la firma, leíase:
Un antiguo alumno del Oratorio, que se honra en
poderse llamar COOPERADOR SALESIANO.
recibido contestación a mi petición hablé yo mismo
de ello de viva voz (estábamos a últimos de
octubre de 1873 con el Rector del Seminario Rvdo.
Soldati, el cual me dijo interpelaría al
Arzobispo. Volví a hablar con él, al día
siguiente, y me contestó estas palabras textuales:
-El señor Arzobispo nunca le dará las
testimoniales, porque usted no debía dejar el
seminario
íBonita y sabia razón! Y note que yo había
salido del Seminario por motivos de salud y con
permiso del Superior. Fue preciso que don Bosco
las obtuviese directamente de Roma. Tuve, después,
otros líos por haber celebrado la santa misa en
una capilla de familia. Esto por una mala
inteligencia, y no en absoluto por contradecir sus
órdenes. Dos años después, sin dificultad alguna,
me concedió el celebret escrito todo él de su puño
y letra. Si hace falta algo más, escríbame
Le saludo cordialmente. Memento mei.
Cuorgné, 4 de marzo de 1931
Afmo hermano
A.
M. ROCCA
1 Carta de don Angel Rocca a don Joaquín Berto,
29 de diciembre de 1877.
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