((**Es13.315**)((**It13.363**))
Veneradísimo don Bosco:
No sólo no me opongo a don Bosco, sino que le
admiro y venero, y no sólo no combato a su
Congregación, sino que la considero como una obra
especial de la Providencia adaptada a nuestros
tiempos, no sólo llevo estos sentimientos en mi
corazón, sino también en los labios y todos los
que me tratan son testigos de ello. Y, aunque no
he tenido la suerte de poder aspirar, como alumno
de alguno de sus colegios, a su especial afecto,
usted sabe muy bien cuántas veces deseé ser uno de
sus hijos, y recordará cuántas veces le pedí que
me considerase como tal, aunque no lo mereciese.
Por estos motivos, la sospecha que usted manifestó
en su carta de ayer, y que corre en boca de
algunos a mi cargo, es falsa, y para quien me
conoce es temeraria y tal vez malvada, ruégole que
no haga caso. Pero se dice: >>por qué, pues, no
dio licencia al sacerdote Cinzano para celebrar la
santa misa en la solemnidad del Rosario? A quien
tiene corazón y mente recta no le costará mucho
trabajo comprender el porqué, y usted no me
condenará ciertamente, cuando sepa todo.
Yo no creía de tanta gravedad la advertencia
n.° 12, puesta por el señor Arzobispo en el
añalejo de este ano, como para no poder
interpretarla nte en favor de uno de mis
feligreses, y permitirle celebrar siquiera una
vez: por consiguiente, por lo que a mí se refiere
y por aquel capítulo sólo, lo habría consentido,
aun a costa de ganarme una reprimenda, y así
desmerecer más del afecto de Monseñor (ante el
cual, dicho sea de paso, algunos malvados ya me
han hecho el servicio que ahora se afanan en
hacerme con usted). Pero se oponía a ello una
especial prohibición y es la siguiente. Habiendo
ido yo en las pasadas vacaciones de otoño a
confesar al Santo Yermo, Monseñor, que ya conocía
a Cinzano, me pidió noticias de él y yo contesté
que no podía asegurárselo, pero que, por lo que se
decía en el pueblo, creía que aquel año iba a ser
ordenado sacerdote. Entonces Monseñor me preguntó:
->>Irá a Pecetto a celebrar la primera misa? Yo le
respondí: -Nadie me ha dicho una palabra sobre
esto, pero me parece que ahora o en otra ocasión
ciertamente irá. -Pues bien, concluyó Monseñor, no
olvide el mandato del añalejo y obsérvelo y hágalo
observar.
Después de esto, >>podría yo permitir todavía a
don Juan Cinzano que celebrase, y si no se lo
permití, tendré yo la culpa? Creo que no y me
atrevo a esperar que usted me sabrá compadecer, y
querrá dignarse mandar callar a las malas lenguas
que quieren desacreditarme ante usted, etc.
Confiando que se valdrá con su conocida prudencia
de esta mía y que de ella no me vendrá ningún
disgusto, ruégole vuelva a recibirme en su gracia,
a acordarse de mí en sus oraciones, y a creerme
como tengo la dicha de profesarme
Pecetto Torinese, a 22 de noviembre de 1877.
Su
seguro servidor
D.
PERLO, arcipreste de Pecetto
Torinese
((**It13.364**)) Con la
misma fecha envió el Siervo de Dios al Arzobispo
la respuesta sobre el doble asunto de las
indulgencias y de don Angel Rocca. Le preparó el
borrador de la misma el padre Rostagno.
Excelencia Reverendísima:
En atención a su venerada del 9 de los
corrientes me considero en el deber de asegurarle
que, respecto a la misa celebrada por un sacerdote
salesiano el 16 de
(**Es13.315**))
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