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y el canónigo Zappata, la primera comunicación que
los Superiores Salesianos tuvieron con la Curia,
sobre este asunto, fue una carta de don Miguel Rúa
con fecha del 4 de noviembre. Tres motivos
obligaron a don Miguel Rúa a escribir. El 2 de
noviembre el prosecretario teólogo Maffei preguntó
a don Miguel Rúa, por orden del Arzobispo, si
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monseñor Ceccarelli tenía los papeles necesarios
para el ejercicio del sagrado ministerio en la
Archidiócesis, y se añadía que los presentara en
la Curia. <>. Además, don José Pavía, director
de un oratorio festivo, y ya aprobado para
confesar en la diócesis suburbicaria de Albano, no
pudiendo presentarse antes de Todos los Santos al
examen reglamentario, había pedido licencia para
confesar a sus muchachos, al menos aquellos días
de gran concurrencia de gente. Pero el Arzobispo
le contestó que no pensaba dar facultad alguna,
mientras sus Superiores no pidiesen perdón. Por
último, otro sacerdote salesiano, el reverendo don
Alejandro Porrani, que ya había obtenido las
licencias de confesión, fue obligado a un nuevo
examen. Se sometió de buen grado y obtuvo la
calificación de peridóneus (muy apto); pero,
cuando fue a pedir el certificado, recibió una
respuesta idéntica a la anterior. Fue entonces
cuando don Miguel Rúa, prefecto general de la
Congregación, escribió al teólogo Maffei:
Queridísimo Maffei:
Tengo el gusto de contestar a las agradables
cartas que me has enviado últimamente. Te ruego,
primero, tengas a bien notificar a S. E. Rvma. el
señor Arzobispo que hemos quedado muy afectados
con el disgusto que S. E. tuvo que experimentar el
pasado agosto con el inconveniente de las misas.
Podrás, también, notificarle que aumentó
nuestro pesar el reproche que por este motivo nos
hizo la muy Venerable Congregación de Obispos y
Regulares.
Hubiera querido escribir ya antes a S. E. sobre
este particular, pero, al saber que el asunto
había sido denunciado a dicha Congregación,
parecióme inoportuno, por temor a decir algo que
pudiese perjudicar a una y otra parte. Mas,
habiendo sabido que S. E., en su iluminado
entender, desea todavía que yo escriba sobre este
tema; es más, pone esto como condición
indispensable para conceder la facultad
provisional de confesar a nuestro reverendo don
José Pavía, y las patentes de confesión a nuestro
reverendo don Alejandro Porrani (que obtuvo en el
examen sufrido en esta Archidiócesis el pasado
agosto, ((**It13.357**)) la
calificación de peridoneus) condesciendo de buen
grado a su deseo.
En cuanto a la última de ayer, concerniente a
monsenor Ceccarelli, puedes asegurar a S. E. que
fue provisto de las requeridas facultades para el
ejercicio del sagrado ministerio en esta
archidiócesis. Me parece que presentó los papeles
en la Curia
(**Es13.309**))
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