((**Es13.307**)lamentan
el error cometido el 26 de agosto y piden perdón
por ello, el mismo Arzobispo se considerará
completamente satisfecho con respecto a este
fastidioso asunto; de lo contrario tendrá que
hacer cuanto crea conveniente para mantener su
decoro y su autoridad. Hasta ahora no hubo
respuesta alguna. Este es el motivo por el que se
expusieron estas cosas. Y, sin embargo, la
humildad cristiana, sin la cual no existe espíritu
religioso alguno y en la que esencialmente
consiste la vida de cualquier Congregación regular
y de cualquier miembro de tal Congregación,
debería ser suficiente para reconocer que, en el
hecho del 26 de agosto y en los que lo
precedieron, hubo errores gravísimos, si no de
voluntad, sí ciertamente de inteligencia y de
imaginación; y, habiéndose puesto con ellos en
gravísimo peligro la autoridad divina episcopal y
la eclesiástica arzobispal, hay un riguroso deber
de reparar la ofensa, al menos reconociendo el
error y pidiendo perdón>>.
Para ambas partes la jurisdicción de la causa
estaba ya en Roma. Lo demuestran claramente estos
párrafos del cardenal Oreglia, en la carta que
escribió a don Bosco precisamente el 15 de
octubre: <((**It13.354**)) me
parece que debería insistir en que todo su litigio
se tratase en plena Congregación. De no ser así,
no veo cómo podrá usted salir de este lío>>. Don
Bosco, pues, siguiendo las instrucciones del
cardenal Oreglia, no hizo más que tomar su
memorial del 14 de septiembre para el cardenal
Ferrieri 1, cambiar el encabezamiento y la
conclusión, introducir alguna modificación y
añadidura, y presentarlo al Padre Santo.
Es importante para nosotros la añadidura que
encontramos en el apartado encabezado con el
título Consecuencias, después del segundo punto y
aparte:
<>Por qué
1 Véase más atrás, pág. (293).
2 Al caballero Occelletti se le entregó este
escrito: <> LORENZO, Arzobispo
(**Es13.307**))
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