((**Es13.304**)
Al participarle esto, le pido toda suerte de
gracias del Señor.
Para su servicio
Roma, 10 de octubre de 1877.
Card.
L. FERRIERI, Prefecto.
A.
Arzob. de Mira, Secr.
El Beato, sin interponer la más mínima demora,
compendió la historia de los últimos
acontecimientos en esta carta de respuesta al
Cardenal.
((**It13.350**))
Eminenecia Rvma.:
Con gran sorpresa de mi parte he recibido la
venerada carta de V. E. Rvma., según la cual se
culparía a la Congregación Salesiana de la falta
de servicio religioso en algunos institutos e
iglesias públicas de esta diócesis. Con la
protesta hecha por nuestro Arzobispo habíase ya
esparcido esa vaga voz y, al efecto, a primeros de
septiembre, transmití un memorial al cardenal
Oreglia para que se dignase transmitirlo a V. E.
Tal vez el Eminentísimo Cardenal esté ausente de
Roma o enfermo.
De todas maneras deseo dar a V. E. una
respetuosa satisfacción, y le ruego humildemente
se digne comunicarme las protestas que hizo
nuestro Arzobispo, para que yo pueda dar las
necesarias aclaraciones. Mientras tanto, para
conocimiento de lo que V. E. se dignó escribirme,
tengo el atrevimiento de exponer las cosas en
breves palabras, reservándome transmitir cuanto
antes a las respetables manos de V. E. los
correspondientes documentos.
A principios de este ano 1877, decretó el
Arzobispo de Turín en el añalejo diocesano que,
Regulares omnes monemus (se non posse sine
licentia Nostra) ne una quidem vice celebrare
Missam in ulla ecclesia vel oratorio etsi privato
nostrae dioecesis: ex decreto XII. (Avisamos a
todos los Regulares (que no se puede sin Nuestra
licencia) celebrar misa ni una sola vez en ninguna
iglesia u oratorio, aun privado, de nuestra
diócesis: del decreto XII).
Nos hemos sometido inmediatamente a esta grave
prohibición y hemos pedido a la Curia Arzobispal
el necesario permiso, que nos fue concedido
enseguida, y seguimos celebrando en las iglesias,
donde acostumbrábamos prestar servicio gratuito en
los días festivos y aun en los feriales. Pero,
desde mediados de agosto, renovó con una carta
especial la misma prohibición expresamente para
los salesianos. Se pidieron aclaraciones y, como
única respuesta y razón, se intimó la suspensión
al reverendo don José Lazzero, director de esta
casa, que había escrito la carta en la que se
pedían respetuosamente las razones de aquella
prohibición. Entonces no hubo más remedio que
prevenir a los Institutos e iglesias que servíamos
e invitarlos a procurarse el requerido permiso.
Algunos pudieron obtenerlo enseguida y nosotros
continuamos celebrándoles la misa como antes; a
otros les faltó tiempo, pues el Arzobispo se
encontraba de veraneo en su casa de campo, y el
Vicario General contestó que no quería
entremeterse en este asunto. Esta es la causa por
la que algunas iglesias se quedaron sin misa. A
pesar de que diga el Arzobispo que esta
prohibición es imaginaria, sin embargo, sigue
estando en vigor. Varios sacerdotes nuestros se
presentaron para celebrar en algunas parroquias, y
no se les permitió. Aún el domingo pasado (fiesta
del Santo Rosario) fue el sacerdote Juan Cinzano a
su pueblo por asuntos de
(**Es13.304**))
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