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fundada en origen por la Compañía de Jesús, con el
consentimiento de la Santa Sede. Tratamos de poner
término a estos enredos y obtuve suficientes
promesas. Como esto no le concierne personalmente,
no me extiendo más; otros más hábiles y poderosos
harán que estos asuntos terminen según la mente
del Papa.
Entonces yo le dije que era necesario arreglar
y desenredar de una vez los múltiples asuntos que
se referían al reverendo don Bosco y a su
Congregación, aprobada por la Santa Sede, pues se
hablaba de ello muy acaloradamente por toda
Italia, especialmente en las congregaciones
romanas, y que, hasta en Francia, había oído yo
hablar de ello.
El padre Carpignani me expuso la conversación
que habían tenido sobre esto el Arzobispo de
Turín, el arzobispo Fissore y el reverendo don
Bosco, sin ningún resultado positivo, porque don
Bosco no había querido firmar cierto papel. Yo,
que ignoraba el contenido de dicho papel (ahora lo
conozco enteramente), añadí que me parecía haberse
tratado la cuestión demasiado diplomáticamente, y
que no era así como se podían arreglar con firmeza
y fácilmente estas graves divergencias; por lo
cual propuse que el Arzobispo llamara ante sí a
don Bosco con la misma amabilidad con la que (tras
mi consejo) había llamado al jefe de la oposición
en las graves cuestiones de Chieri, y así se
entendiese caritativamente en todas las cuestiones
que los separaban, y para ello se cediese un
poquito de una y de otra parte, como suelen hacer
los santos, cuando tienen entre ellos cuestiones
de derecho que no son puramente personales.
El padre Carpignani (que es buen diplomático)
me preguntó, de buenas maneras, si yo tenía una
misión oficial o al menos oficiosa para tratar un
asunto tan delicado, y yo le contesté:
-No tengo una ni otra, de parte de los hombres,
pero sí de parte del Dios de la paz y de la gloria
de la Iglesia, y he aquí la manera y para testigo
de ello llamo (me volví al retrato) 1 a su mismo
fundador. Hace ya más de un año que oigo
continuamente en la oración esta voz interior:
<((**It13.347**)) se dio
por ofendido, sino que, muy amablemente, te rogó
hicieras una en su favor... >>Por qué, pues, no
aprovechas esta afortunada circunstancia para
hacer un poco de bien a mi siervo?>>.
A pesar de todo, sabiendo yo muy bien las
enormes dificultades de este asunto, y conociendo
las intenciones de mis superiores, de que ninguno
de nosotros se meta en líos con el arzobispo
Gastaldi, me contentaba con rezar y hacer rezar, y
con escribir a alguna persona influyente de la
Curia romana, para que buscaran la manera de poner
término a esto que me parecía un escándalo. Pero,
he aquí que esta mañana (a fines de agosto)
pasando por casualidad por delante de San Felipe
2, me sentí impulsado con gran fuerza a hablar con
V. R. a quien había hecho favor en el asunto de su
elección, discutida por alguno del Gobierno. Tres
veces quise seguir mi camino, y tres veces me
sentí como obligado a volver atrás, pero me parece
estar aquí por pura voluntad de Dios. Hágame,
pues, promesa formal de ocuparse seriamente de
1 Naturalmente se refiere a san Felipe Neri,
fundador de los filipenses. (N. del T.)
2 Quiere decir el convento de San Felipe. (N.
del T.)
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