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Bosco está fuera de Turín con frecuencia y no
todos sus subalternos están ojo alerta. Hace
algunos meses, fue recibido allí un sacerdote de
Bolonia. A petición de los sacerdotes de don Bosco
le di facultad para confesar y se puso, en efecto,
a ello en la iglesia de María Santísima
Auxiliadora, que es la iglesia de don Bosco. Ahora
bien, hace pocos días, se me presentó una denuncia
de solicitación en toda regla contra este
sacerdote, que he transmitido al Sagrado Oficio>>.
Don Bosco inmediatamente después de la suspensión
escribió a Bolonia para ulteriores noticias acerca
del sacerdote suspendido, pero sin notificar el
motivo. Le contestó el 19 de septiembre el
Canciller arzobispal, Aquiles Manara, futuro
cardenal, ((**It13.344**))
repitiendo lo que desde el principio le había
declarado ya en otra suya, a saber, que
Cappelletti necesitaba mantenerse sumiso y
dirigido, por ser de carácter ligero, de escasa
capacidad y fácil a exhibirse; que, guiado, podía
hacer el bien, pues era activo y celoso; en cuanto
a su conducta moral, nada había en absoluto en su
contra. Por lo cual volvía a recomendarlo
encarecidamente a su caridad. Dice Lemoyne que se
dudó si se trataba de una verdadera denuncia. De
todos modos, la vía ordinaria hubiera sido dar a
conocer el asunto al Superior para tomar las
medidas oportunas, sin hacer de ello un cargo
contra la Congregación ante la Santa Sede. El
sacerdote volvió a su diócesis.
Cronológicamente nos toca insertar aquí una
carta del Siervo de Dios, el teólogo Roberto
Murialdo, a monseñor Gastaldi, de quien había sido
condiscípulo.
Rvmo. Monseñor:
Al enviarte la carta, que deseas, escrita por
don José Lazzero a la Madre Superiora del
Instituto de San Pedro 1, no puedo dejar de
renovarte el ofrecimiento de mi mediación ante don
Bosco y compañeros, con todos los cuales mantengo
óptima relación, para hacer cesar el presente
estado de cosas demasiado doloroso para todos.
Estoy convencido de que todos aquellos
sacerdotes tendrían muchísimo gusto en volver a la
primitiva gracia de su Superior Eclesiástico y
tornar a verle, de vez en cuando, en su Oratorio
cual padre y amigo, como en tiempos pasados. Un
día me encontré por la ciudad al bueno de don
Miguel Rúa, a quien conozco desde su juventud, y,
dado mi gran interés por sus relaciones y las de
sus compañeros con el señor Arzobispo, me permití
dirigirle unas palabras sobre ello; pero se mostró
tan dolorido por las existentes desavenencias, que
poco le faltó para echarse a llorar en plena
calle, y me dio lástima, por lo que no insistí en
la cuestión. Don Bosco y su Congregación están
actualmente haciendo los ejercicios espirituales
en Lanzo, y creo que el momento no puede ser más
oportuno para llegar a un arreglo de todas las
diferencias pasadas.
1 Don José Lazzero invitaba a la Superiora a
que pidiera a la Curia autorización para que un
salesiano siguiera celebrando en la capilla del
Instituto.
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