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((**Es13.297**) Precisamente aquella tarde se abría en Lanzo el primer Capítulo General de la Congregación. Dos días después, don Miguel Rúa enviaba, desde allí, al Arzobispo esta declaración de don Bosco: <<7 septiembre de 1877. El que suscribe, Rvdo. Juan Bosco, Rector Mayor de la Congregación de San Francisco de Sales, cumple el deber de notificar a S. E. que entre los aspirantes de este Instituto se encuentra el sacerdote Juan Perenchio, de la diócesis de Ivrea. Según las prescripciones de la Santa Sede, se juzgaron al punto oportunas y de hecho se pidieron las testimoniales a su Obispo, el cual no creyó conveniente concederlas. Se comunica esto a V. E., en cumplimiento del decreto 25 de enero de 1848 Regulari Disciplinae y tengo el alto honor de poderme profesar, etc.>>. Esto era para poner las cosas en su lugar, con respecto a la llamada de Monseñor a la observancia de las leyes eclesiásticas, acerca de <> de las testimoniales con las dos correspondientes amenazas. Su Excelencia encargó al teólogo Francisco Maffei, prosecretario arzobispal, que acusara recibo a don Miguel Rúa y le dijera que, antes de contestar, quería Monseñor saber si don José Lazzero y demás Superiores estaban pesarosos y dispuestos a pedir perdón por la <> causada por ellos el 26 de agosto por <> cometido por ellos; que lo asegurasen, por tanto, con una carta firmada por don José Lazzero, don Miguel Rúa o don Bosco, ((**It13.342**)) de lo contrario, él haría lo que le pareciese conveniente por respeto y decoro de su autoridad. Los salesianos, convencidos de haber obedecido a una orden del Arzobispo, no veían haber cometido falta alguna, por la que fuera necesario pedir perdón y por escrito. Por consiguiente, antes que entregar nuevos documentos peligrosos, cuando se recibió noticia de los pasos ante la Santa Sede, pareció necesario mantenerse en posesión de los documentos de propia pertenencia y, por tanto, recobrar el original de la carta del canónigo Chiaverotti. Con tal fin, don José Lazzero rogó al Vicario General que se la devolviera, pero monseñor Zappata le contestó que, como estaba en manos del Arzobispo, se la pidiese a él. El Vicedirector del Oratorio se apresuró a escribirle por segunda vez: Rvmo. Monseñor: He recibido su veneradísima del 10 de los corrientes y le agradezco vivamente la solicitud con que se dignó contestarme. Con mi sorpresa y grandísimo pesar tengo que volver a recurrir a la bondad de (**Es13.297**))
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