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Precisamente aquella tarde se abría en Lanzo el
primer Capítulo General de la Congregación. Dos
días después, don Miguel Rúa enviaba, desde allí,
al Arzobispo esta declaración de don Bosco: <<7
septiembre de 1877. El que suscribe, Rvdo. Juan
Bosco, Rector Mayor de la Congregación de San
Francisco de Sales, cumple el deber de notificar a
S. E. que entre los aspirantes de este Instituto
se encuentra el sacerdote Juan Perenchio, de la
diócesis de Ivrea. Según las prescripciones de la
Santa Sede, se juzgaron al punto oportunas y de
hecho se pidieron las testimoniales a su Obispo,
el cual no creyó conveniente concederlas. Se
comunica esto a V. E., en cumplimiento del decreto
25 de enero de 1848 Regulari Disciplinae y tengo
el alto honor de poderme profesar, etc.>>.
Esto era para poner las cosas en su lugar, con
respecto a la llamada de Monseñor a la observancia
de las leyes eclesiásticas, acerca de <> de las testimoniales con
las dos correspondientes amenazas.
Su Excelencia encargó al teólogo Francisco
Maffei, prosecretario arzobispal, que acusara
recibo a don Miguel Rúa y le dijera que, antes de
contestar, quería Monseñor saber si don José
Lazzero y demás Superiores estaban pesarosos y
dispuestos a pedir perdón por la <> causada por ellos el 26 de agosto por
<> cometido por ellos; que lo
asegurasen, por tanto, con una carta firmada por
don José Lazzero, don Miguel Rúa o don Bosco,
((**It13.342**)) de lo
contrario, él haría lo que le pareciese
conveniente por respeto y decoro de su autoridad.
Los salesianos, convencidos de haber obedecido
a una orden del Arzobispo, no veían haber cometido
falta alguna, por la que fuera necesario pedir
perdón y por escrito. Por consiguiente, antes que
entregar nuevos documentos peligrosos, cuando se
recibió noticia de los pasos ante la Santa Sede,
pareció necesario mantenerse en posesión de los
documentos de propia pertenencia y, por tanto,
recobrar el original de la carta del canónigo
Chiaverotti. Con tal fin, don José Lazzero rogó al
Vicario General que se la devolviera, pero
monseñor Zappata le contestó que, como estaba en
manos del Arzobispo, se la pidiese a él. El
Vicedirector del Oratorio se apresuró a escribirle
por segunda vez:
Rvmo. Monseñor:
He recibido su veneradísima del 10 de los
corrientes y le agradezco vivamente la solicitud
con que se dignó contestarme.
Con mi sorpresa y grandísimo pesar tengo que
volver a recurrir a la bondad de
(**Es13.297**))
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