((**Es13.29**)por el
cardenal Bartolini, si había sido él quien le
había propuesto para aquella sede, contestó:
-Sí, Eminencia. Y ahora, por desgracia, estoy
haciendo la penitencia por ello.
Durante los primeros días de su estancia en
Roma don Bosco visitó al Ministro de Instrucción
Pública. Le llevó a ello un motivo importante. En
los años anteriores se anunciaban exámenes
extraordinarios para los que, no poseyendo la
licenciatura, quisiesen obtener habilitación para
la enseñanza en el bachillerato inferior y
superior; pero esta oportunidad no era vista con
buenos ojos por los profesores ordinarios ((**It13.24**)) que
habían tenido que cursar en la Universidad, ni por
otros, a quienes no gustaba que disfrutara de
aquella concesión una mayoría de docentes de las
escuelas privadas, esto es católicas, de suerte
que prevalecía la tendencia a abolirla para
siempre. Don Bosco, repetidas veces y a
intervalos, había logrado que personas privadas,
educadores y directores de colegios de diversas
partes de Italia, y especialmente sus clérigos,
que no declaraban esta condición, enviasen al
Ministerio centenares de instancias, invocando el
beneficio de estos exámenes. Evidentemente cada
uno pedía por su propia cuenta, aduciendo
distintos motivos. Por dos veces había logrado el
Beato alcanzar su intento; puesto que, como
resultaba por las relaciones oficiales, el
Ministerio, al ver que eran muchos los que
imploraban el mismo favor, había creído oportuno
remediar así las necesidades de muchos lugares y
personas.
Pues bien, el Siervo de Dios se había propuesto
obtener por el mismo camino una nueva promoción de
profesores. El honorable Coppino le dispensó toda
suerte de atenciones. Don Bosco le expuso cómo la
carencia de medios ponía a muchos jóvenes
inteligentes en la imposibilidad de alcanzar un
título académico frecuentando los cursos
universitarios, y cómo no sólo los colegios
privados, sino también los estatales, carecían de
profesores aptos para desempeñar digna y
legalmente el noble cometido de instruir a la
juventud en la enseñanza media. Coppino alabó
mucho las ideas de don Bosco y le rogó las
escribiera haciendo una petición en toda forma.
Don Bosco no se lo hizo repetir. En efecto, le
dirigió enseguida esta instancia, pero fechándola
en Turín.
Excelencia:
La gran solicitud con que V. E. promueve y
sostiene los Institutos, cuyo fin es la educación
e instrucción de la juventud, me alienta a
suplicar un señaladísimo favor, apoyándome
únicamente en la conocida clemencia y autoridad de
V. E. Se refiere(**Es13.29**))
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