((**Es13.289**)
don Bosco no respondió y la cuestión no tuvo
consecuencias manifiestas.
Pero, en el mes de agosto siguiente, estalló
una controversia, que hizo correr la mar de tinta.
Aunque de escasa calidad en su origen, llegó a
revestir graves caracteres por la importancia que
Monseñor le atribuyó, dados los principios en que
él la apoyaba y por la divulgación que se le dio.
Exponemos objetivamente sus fases y vicisitudes, y
dejamos la palabra únicamente a los documentos que
nos limitamos a comunicar de la forma requerida
por una exposición ordenada y clara.
El sacerdote don Juan Perenchio, de la diócesis
de Ivrea, se presentó el 17 de agosto en el
Oratorio para hacerse salesiano. El Superior buscó
informaciones sumarias y lo admitió a la primera
prueba. Aquél, cumplidos sus deseos, pidió y
obtuvo permiso para salir y volvió dos días
después para dar comienzo a su vida religiosa en
calidad de aspirante. Naturalmente, como se sabía
que su vida había sido siempre buena, se le
permitió, sin más, celebrar la santa misa. Cuando
he aquí que, el 22 de agosto, el vicedirector del
Oratorio, don José Lazzero, recibió por trámite
del canónigo Chiaverotti, secretario, la orden de
notificar a la Curia si don Juan Perenchio se
encontraba en el Oratorio, si celebraba allí la
misa y desde cuándo se encontraba en la
Congregación Salesiana. Don José Lazzero contestó:
<((**It13.332**)) se
encuentra con nosotros hace algunos días. Ha
pedido ingresar en la Congregación Salesiana, pero
no fue aceptado todavía. Mientras tanto don Bosco
ha comenzado ya las debidas gestiones con su
Obispo>>.
Al día siguiente, rogaba el mismo secretario a
don José Lazzero, por orden de Monseñor, que
contestara también a las otras dos preguntas que
se le hacían. Don José Lazzero contestó sin
demora, escribiendo el día 24: <>.
Abrimos un paréntesis. Con relación a estas
gestiones escribió Monseñor al cardenal Ferrieri
1: <(**Es13.289**))
<Anterior: 13. 288><Siguiente: 13. 290>