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((**Es13.277**) de los peligros, y si, a veces, la necesidad o el honor los obliga, van bien armados. Los nuestros, por el contrario, no hacen caso de incomodidades y sacrificios, van adonde son enviados, despreocupados de ((**It13.317**)) dificultades y peligros; y aun cuando les tocase sufrir, incluso el hambre y la sed, saben soportar las privaciones con admirable paciencia. -Dios me envía, dicen ellos, a predicar su evangelio y yo lo predicaré a costa de mi vida. De lo demás no me preocupo ni me cuido. Estos van para ganar almas a Jesucristo, aquéllos para ganar dinero y enriquecerse a sí mismos, a la mujer, a los hijos, y para ennoblecer su casa según el mundo. Y así mientras las misiones protestantes son un empleo lucrativo, las misiones católicas son una empresa noble, útil para la sociedad humana, necesaria para la vida eterna, una empresa celeste, divina. >>Quién copia en sí mismo la vida del Maestro divino, el amor a las almas, los trabajos para salvarlas? >>El misionero protestante o el misionero católico? Y ahora dejad que dirija unas palabras a mis hijos que marchan. >>Y qué he de decir a estos queridos hermanos, que están a punto de dejarme para ir, valientes, al campo del Señor? Quiero daros los mismos consejos, los mismos avisos que di a los primeros que marcharon. Ya se imprimieron y tendréis comodidad para leerlos y estudiarlos. Otra cosa que os recomiendo muy encarecidamente son las Reglas de nuestra Congregación. Tomad ese libro, aprendedlo de memoria; tened siempre con vosotros las reglas y sean ellas la norma de vuestra actuación. Ahora, id a Roma. Presentaos al Padre Santo, como si fuera el mismo Jesucristo en persona. Id, después, a América; al llegar allí, dad las gracias a todos los que nos ayudan. Decidles que aquí en esta iglesia se reza por ellos; decidles que sigan dispensándonos su beneficencia y aseguradles que el bien que vosotros hagáis, será también un tesoro para quien os socorrió. Advertid que, en aquellas lejanas tierras, hay cristianos fervorosos que os esperan, que os ansían; allí tenéis hermanos ya establecidos que os preparan los locales destinados para vuestra habitación; hay otros muchachos que os escucharán con gusto y ellos también están impacientes por veros y abrazaros. Estos pensamientos deben animaros. Recibí hoy una carta que me comunicaba que, en aquellas tierras, se despertaron ya muchas vocaciones religiosas y muchos pidieron hacerse salesianos. Os espera, pues, una copiosa mies y encontraréis muchos consuelos que os harán olvidar las fatigas. Esto es lo que quería deciros. Salid con ánimo. Puede que volváis a ver todavía esta misma casa, vuestro pueblo, a los parientes, a los amigos; pero no es éste el pensamiento que os debe guiar. No tenéis que anhelar más que ganar almas para Dios, alentados con aquellas consoladoras palabras: Animam salvasti, animam tuam praedestinasti (Salvaste una alma, predestinaste la tuya). Os recomiendo que recéis por nosotros y nosotros rezaremos por vosotros para que Dios bendiga nuestro trabajo. ((**It13.318**)) Haciendo vosotros cuanto podáis con la gracia de Dios, con nuestras oraciones y con el auxilio de María Auxiliadora, uniendo todos nuestros esfuerzos, formaremos un solo corazón, y una alma sola aquí en la tierra y podremos ganar almas para el cielo y llevarlas con nosotros al triunfo eterno. >>Volveremos a vernos aquí en la tierra? >>Habrá alguno que no volverá a ver estas paredes? Pues bien..., allí... sí... en el cielo será el verdadero regreso... allí podremos descansar de nuestros trabajos, allí podremos disfrutar el verdadero consuelo... Allí volveremos a vernos en el gozo inefable, junto con tantos hermanos y con las almas salvadas por vosotros... Allí seremos eternamente bienaventurados, alabando y bendiciendo al Señor. (**Es13.277**))
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