((**Es13.248**)((**It13.282**)) Los
que se salen
Conferencia 20.¦ Esta conferencia tuvo más bien
el carácter de una sesión ordinaria del Capítulo
Superior para el despacho de los asuntos
corrientes; así sucedió que se viniera a hablar de
los que, olvidados de su vocación, se marchaban.
Don Bosco recomendó se tuvieran siempre con ellos
todos los posibles miramientos.
-No es cosa fácil, añadió, porque muchas veces,
y puede decirse siempre, éstos tienen notables
deméritos. Sin embargo, es bueno que disimulemos
sus faltas y los tratemos con la mayor
benevolencia. Así, también ellos guardarán amor y
respeto a la Congregación y nosotros estaremos
seguros de que, pasado algún tiempo, tendremos, en
aquel hermano, un amigo, una ayuda, uno que, por
lo menos, hablará bien de nosotros. Y creedlo, lo
necesitamos, pues siempre acarrea mucho daño el
que, aun injusta y culpablemente, habla mal de la
Congregación. Deseo más bien que se abunde en
atenciones no merecidas, antes que hacerles sentir
algo más ásperamente los merecidos reproches y
despedirlos con dureza.
Exterioridades inoportunas
Conferencia 22.¦ En lugar de hacer la lectura
de las actas al principio de cada sesión, se dejó
para el término de las discusiones. Tuvo, pues,
comienzo en esta conferencia, dando origen a una
digresión, en la que es útil detenernos. Se
preguntó si no sería bueno que en los colegios se
diese cada tarde la bendición con el Santísimo
Sacramento.
Asi se hacía, después de muchos años, en el
Oratorio y en Lanzo; >>por qué, pues, no hacerlo
con provecho en todas partes? íEra muy poco el
tiempo que se requería para ello!
Era algo bueno, óptimo; >>cómo dudarlo? Pero no
se quiso que se diera en los colegios, a no ser en
las novenas y durante el mes mariano, como se
acostumbraba en el Oratorio antes de existir la
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iglesia de María Auxiliadora. Se adujeron para
ello dos motivos. El primero, no sobrecargar a los
muchachos con prácticas de devoción. Muchos de
ellos procedían de familias, en las que se hablaba
poco de religión y donde tal vez no se tenía
ninguna práctica religiosa cada día. Ya había
todos los días las oraciones de la mañana y de la
tarde, el rosario, la misa, además de las breves
oraciones que solían rezarse a lo largo de la
jornada, y esto bastaba para la mayoría; al que
deseare hacer más, se le exhortase a hacerlo
espontáneamente, sobre todo la visita
(**Es13.248**))
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