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de redactarlas y en el catálogo del personal de la
casa está anotado: Redigit litteras annuas
(Redacta las cartas anuales).
No cabe duda que ahora esta crónica dará mucho
que hacer, porque se trata de empezar y los
principios son siempre más difíciles, y también
porque hay que repasar cosas de años atrás; pero,
cuando esté redactada hasta nuestros días, y no
haya que añadir año tras año, sino lo más
importante que sucedió en aquel tiempo, y,
sabiéndose ya que no habrá que hacer sino esto, se
tomará nota de los hechos mientras suceden, la
cosa quedará así muy simplificada y cualquier
director podrá hacerla con facilidad.
Hay que poner un cuidado especial en la
biografía de los hermanos que fueron llamados por
Dios a la eternidad. Para algunos bastarán pocos
recuerdos; otros, en cambio, requerirán dedicarse
a ello a propósito. De los hermanos fallecidos en
estos últimos anos será suficiente lo que ya se
imprimió en el apéndice de nuestros catálogos; en
cambio, de los antiguos habrá que buscar muchos
recuerdos con cuidado y hay que procurar que no se
pierdan; porque me parece que se puede decir que
ellos, ya sean sacerdotes, clérigos o coadjutores,
son como otras tantas perlas, que se deben hacer
resplandecer en la historia de la Congregación.
íCuántas cosas habría que decir de don Víctor
Alasonatti! >>Y de don Domingo Ruffino? íCuántos
recuerdos preciosos dejó! Fue un verdadero modelo
de vida cristiana. No sé si debo compararle con
san Luis; pero no cabe duda de que todo lo que
sabe hacer un buen joven, un buen clérigo, un buen
sacerdote, todo lo hizo y lo hizo con tal ardor
que puede compararse en la piedad con los mejores
modelos de vida cristiana y religiosa. Un buen
fruto, el principal, de estas biografías está en
que, dentro de muchos años, se verá cómo se
trabajaba en tiempos pasados. Surgirán
dificultades al correr de los años y se tendrá la
llave en la mano para evitarlas. Yo ahora me
encuentro en ciertos apuros en los que me encontré
hace ya muchos años; otro ((**It13.279**))
quedaría enredadísimo en ellos; yo voy adelante
tranquilo, pues no tengo más que recordar el buen
o mal resultado de los medios empleados entonces.
La siesta. Inspector e
Inspectoría.
Rector Mayor y Capítulo
Superior
Conferencia 16.¦ Durante casi dos conferencias
sucesivas se trató de las buenas y malas
costumbres. Entre las costumbres de suyo
indiferentes, pero en realidad siempre malas y
perniciosas, ponía don Bosco la siesta en la cama
después de comer. En los países muy cálidos hay
esa costumbre; ciertas congregaciones establecen
que tengan los hermanos este descanso; también hay
educadores, buenos cristianos, que lo permiten a
los alumnos.
-Pero yo, dijo don Bosco, lo tengo por una de
las cosas más peligrosas para la moralidad y soy
del parecer que tener esta costumbre y guardar
perfectamente la moralidad es cosa muy difícil,
por no decir imposible. Creo que, si los
directores de las casas supieran cuán funesto es
esto, preferirían cerrar el colegio antes que
introducir esta costumbre.
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