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debe tomar ninguna parte especial. Si obra así, le
quedará tiempo para ejecutar lo que yo creo no he
inculcado nunca suficientemente. El director, por
cuanto pueda, visite la casa todos los días, vea
la marcha de todo, sepa todo lo que se hace. En
algunos lugares no parará, en otros no dirá nada,
pero pase por todas partes, por la cocina, por los
comedores e incluso por la cantina y por las
habitaciones. Si se hace así, nunca podrá arraigar
en la casa ningún desorden y se evitarán muchos
inconvenientes.
2.° No teníamos un reglamento fijo. Se hizo un
primer reglamento; pero era para los aprendices
que iban a trabajar fuera de casa. Tan pronto como
se comenzó a practicarlo bien, al verse su gran
necesidad, se establecieron los talleres internos.
Se adaptó el reglamento a este fin; pero sobrevino
la necesidad de tener estudiantes en casa y hubo
que volver a cambiar y adaptar el reglamento a
esta nueva circunstancia.
Estaba ya en vigor este cambio y he aquí que se
impuso la necesidad de abrir colegios separados
para estudiantes. Ahora se presenta otra, y es la
de los seminarios que se nos confían. Otra más nos
espera ya ((**It13.259**)) y es
la de las colonias agrícolas que se nos proponen.
Al no poder tener un reglamento preciso, estable y
pormenorizado, sucedía que se descuidaban algunos
puntos, aun de importancia; pero ahora puede
decirse que las cosas se encuentran en su estado
normal. Procuren todos observar bien su parte; y
véase también cómo hacer para que los demás
observen bien la suya y las cosas marcharán sin
inconvenientes.
Ya hace mucho tiempo que muchas personas, y
algunas de éstas muy influyentes, me hacían
observar que se obtendría un resultado más seguro,
no extendiéndome tanto, sino consolidando más las
cosas existentes. Nadie mejor que yo veía ciertos
desórdenes e inconvenientes que procedían de la
escasez extraordinaria de personal, causada por
extendernos a muchas cosas; pero, por otra parte
íse veían tantas y tantas almas camino de la
perdición y sin nadie en absoluto que cuidara de
ellas!
Además, también tenía ante mis propios ojos los
desórdenes que vendrían, si no hubiese habido
entre nosotros un trabajo continuo e intenso. Por
consiguiente, se creyó necesario ir adelante de la
manera que habíamos comenzado. Con esto me
proponía, además, rendir homenaje a las palabras
de Pío IX, el cual, al proponerle esta dificultad,
me animó a ir adelante y me dijo precisamente:
-Cuando tengáis un buen sacerdote o un buen
clérigo, con el que podáis hacer cálculos o del
que os podáis realmente fiar, id en hora buena a
abrir una casa.
Y al hacerle observar que en tales casas los
jóvenes no solían ser bastante disciplinados y se
hacían algo indóciles, contestó:
-Si no hacéis novicios, no importa; haréis
buenos cristianos, instruidos en la santa Ley de
Dios.
Los cooperadores salesianos y el
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Conferencia 4. ¦ Una buena parte de esta
conferencia versó sobre la asociación de los
cooperadores salesianos, de los que hemos tratado
ampliamente en el capítulo cuarto del undécimo
volumen, y en torno al Boletín Salesiano,
destinado a ser el órgano de los Cooperadores.
Volvemos a exponer brevemente la historia de esta
publicación que pronto adquiriría gran
popularidad.
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